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En los últimos meses –qué tontorrones nos ponemos en cuanto atisbamos la crisis de los cincuenta– me ha dado por rescatar mi viejo balón de baloncesto e ir de tarde en tarde a echar unos tiros al aire libre. Lo de reverdecer laureles suena muy ... bien, y seguro que a mi báscula le sentaría genial; por si fuera poco, ahora no es como antes, cuando tenías que colarte de estranjis en los colegios e incluso saltar la valla, sino que los ayuntamientos te plantan una canasta en cualquier parte, y hasta canchas estupendas, modernas y gratuitas. Deporte para todos, vamos.

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