Eslóganes baratos

Según un informe hecho público por el Instituto Nacional de Estadística (INE), los alimentos y bebidas no alcohólicas han experimentado un incremento del 16% a lo largo de este último año en la comunidad autónoma de Cantabria. Las legumbres y hortalizas o la carne se encuentran entre los alimentos que más han subido. Un desafío para quienes deben hacer la compra semanal y tienen que cuadrar sus cuentas con una nómina que cada vez se agota más pronto. Unos aumentos que influyen también en el sector de la hostelería y restauración, que se ha visto obligado a subir los precios de sus servicios y reducir sus beneficios.

Que los productos básicos se hayan encarecido en el último año explica que la deuda de las familias se haya multiplicado y que el dinero depositado en las cuentas corrientes haya sufrido la mayor caída en los últimos 20 años, según se revela en otro estudio, este del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Es una constatación de la realidad que vivimos quienes salimos a la calle, tomamos café con los vecinos o hablamos con otros padres del colegio de nuestros hijos.

Frente a este panorama, causa bochorno escuchar a la ministra de Trabajo del país con mayor desempleo de Europa hablar acerca de sus nuevos proyectos. Como si el marketing político y el 'buen rollo' pudiera resolver los problemas reales de los españoles. Como si la integración de confluencias eco-feministas, anticapitalistas y comunistas ofreciera alguna alternativa. Tal vez les sirva para rebañar algunos votos de personas engañadas, pero es difícil que conecten con la mayoría de este país, preocupada por cómo llegar a fin de mes.

Lo que esperamos aquí, en Cantabria, es que las autoridades fomenten la creación de empleo, disminuyan la burocracia, apuesten por la transformación digital, no abandonen al sector primario, pongan en valor el talento y a los jóvenes y trabajen para que la inflación no siga castigando a las rentas más débiles como lo hace. No es tan difícil. Basta con aplicar criterios profesionales, buenas prácticas de otros países y sentido común.

Es cierto que todo eso es más aburrido que dedicarse a recorrer España con eslóganes baratos y posados de 'influencer', dignos de un gobierno que está perdido en el Metaverso.