Secciones
Servicios
Destacamos
Timothy Snyder, catedrático de Historia en Yale, nos recuerda que ya los griegos de la antigua Atenas habían acuñado el concepto de República –gobierno de la cosa pública por los ciudadanos– así como las tres alternativas al mismo: tiranía, oligarquía y anarquía. A renglón seguido, ... Snyder afirma que las tres alternativas estuvieron omnipresentes en la convención republicana de hace un par de semanas. Ya solo por esto merece la pena revisarlas; pero es que la amenaza pende además, como espada de Damocles, sobre las cabezas de los ciudadanos europeos por doquier.
El tirano emerge siempre en medio del sistema establecido para romperlo. Se adueña de él y lo convierte en un culto a su personalidad. A continuación debilita el sistema judicial, lo pone a su servicio y maniobra para perpetuarse en el poder. La fórmula: degradación de las elecciones, para que solo sean válidas si él resulta ser el elegido. No se queda ahí, el siguiente paso es la neutralización de cualquier oposición y de las terminales mediáticas que no le sean favorables.
En los viejos tiempos dicha neutralización se hacía a caradura y sin anestesia, es aún el caso de Rusia y China; pero en Occidente el medio más eficaz es el control de las redes sociales: demos entrada a los oligarcas. El tirano nunca está solo sino mal acompañado. Los oligarcas a su sombra son piezas fundamentales del engranaje de la tiranía. Tan fundamentales que terminan por ensombrecer al tirano. El maridaje del dinero con la política es lo que tiene: demos entrada a la anarquía.
La anarquía es el medio de cultivo más favorable a los oligarcas. Dicho de otro modo, los impuestos son su enemigo declarado y solo el Estado puede recolectar impuestos; así que son enemigos del Estado, es decir, partidarios de un Estado pantalla tras el cual florece la anarquía. Un estado disfuncional, en este fundamental aspecto, sirve directamente a sus intereses de maximizar las ganancias. Cuando un muy limitado número de ultrarricos incrementa su riqueza, al nivel que hemos visto en Rusia, y son emulados en el resto del mundo (Estados Unidos es un caso particularmente evidente), el sistema deviene oligárquico. Un Estado fallido no tiene la capacidad de controlar los medios sociales; lo cual permite a los oligarcas digitales hacer de su capa un sayo, y anarquizar nuestra vida diaria de modo que todo se convierta en fuente de ganancias sin control.
La emergente variante de la oligarquía denominada anarcocapitalismo no se conforma con el caos interior sino que promueve el caos internacional por aquello de que a río revuelto ganancia de pescadores. Su actitud ante la guerra de Ucrania lo pone de manifiesto. En Ucrania se está dirimiendo el formato de un nuevo orden mundial, que ha enfrentado a Oriente con Occidente. Ucrania, con el apoyo de Occidente, defiende allí los principios básicos de las actuales leyes internacionales; ya sea el respeto de las fronteras establecidas; ya sea la contención del expansionismo, elevando el precio de los potenciales ofensores a niveles que resulten inaceptables para el agresor. Pues bien, Occidente no puede permitir que Ucrania pierda esta guerra; so pena de que el caos se desate a escala de una tercera guerra mundial que nadie parece querer.
Nadie excepto los anarco-capitalistas. Bajo el paripé de que buscan una solución pacífica al conflicto, se oculta la rendición de Ucrania y el premio de un tercio del territorio ucraniano para el agresor. Es decir, la ruptura del orden mundial vigente desde el final de la Segunda Guerra Mundial, sin proponer un orden alternativo. En su lugar promueven el aislacionismo; que cada país se las componga como pueda y se haga cargo de su propia defensa; el mercantilismo más desaforado; la cancelación de todos los acuerdos multinacionales. Es decir, el caldo de cultivo más favorable a los oligarcas.
Pero si Occidente consiente que Ucrania pierda esta guerra, el resto de países europeos y asiáticos, desde Oriente Medio hasta el Pacífico, se va a sumar a la proliferación armamentista sin detenerse ante el armamento nuclear. Armas nucleares en pocas manos han servido para la contención de un conflicto mundial de proporciones inimaginables, su proliferación incontrolada rendiría imposibles tales propósitos.
El único y muy pobre consuelo es que esta marea antidemocrática está llena de contradicciones internas. La más evidente es el rechazo de la inmigración: quieren reducir el número de funcionarios en general y de seguridad en particular, y quieren a la vez hacer deportaciones masivas. Su solución: encargar al ejército las labores de susodichos funcionarios. Pero la resolución mostrenca de los conflictos sociales es idónea para provocar una atmósfera de guerra civil. Por otra parte, los oligarcas no cejan en su afán de controlar el poder político desde atrás, lo cual debilita a los hombres fuertes –la tiranía– que no quieren limitarse a ser polichinelas de los oligarcas. El caos está servido.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.