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En 1982, con 39 años, salí de España. O sea que en 2023 he atravesado el ecuador temporal que separa en dos mitades mi estancia en ambos continentes. Desde hace 15 años tengo la doble nacionalidad, americana y española; es decir, que la desolación que ... a ustedes les produce la situación política española yo la sufro multiplicada por dos. De hecho, ejercí el derecho de voto en España solo seis años (1976-1981) mientras que en Estados Unidos lo vengo haciendo 15 ¡Imagínense!
Rememoro la cita de 'El Príncipe': «Todos los hombres son desagradecidos, volubles, simuladores, cobardes ante el peligro, avaros con sus propias ganancias (...) El éxito en la vida proviene del claro reconocimiento de la bajeza humana y la fría voluntad de manipularla, al engañador nunca le faltarán incautos». Ella explica con toda justeza la ejecutoria de Trump.
El último episodio, la elección del portavoz de la Cámara de Representantes, ha sido uno de los más antidemocráticos de la historia americana. Trump ha ido cortando la cabeza de cada candidato seleccionado por el partido Republicano para dicho puesto (equivalente a la presidencia del Congreso) hasta conseguir que fuera elegido uno de su entero gusto y aprobación. Una victoria en toda regla del Trumpismo y la derrota de una de las más elementales normas democráticas.
Curiosamente, las primeras palabras del elegido, Mike Johnson, han sido afirmar que la democracia es por naturaleza desordenada, pero que su elección es un ejemplo preclaro de la democracia en acción. Le ha faltado añadir, claro está, que ciertamente es un ejemplo de lo bajo que puede caer el sistema cuando se ha degradado a los extremos que lo ha hecho con el Trumpismo.
Por si cabía alguna duda, esto es lo mismo que Trump quiso hacer en las elecciones generales de 2020: deslegitimar la elección de Biden en aquellos lugares donde necesitaba ganar para alzarse con la presidencia –Georgia, Pensilvania– y repetir el proceso hasta que él resultara ganador. De hecho, nunca ha tirado la toalla y cuatro años después sigue insistiendo en que le robaron las elecciones, cuando lo que ocurrió en realidad es que el frustrado ladrón era él.
Cada vez parece más seguro que Trump será el candidato Republicano a la presidencia en noviembre de 2024. A todos sus oponentes les ha cortado la cabeza, las elecciones primarias de los Republicanos han sido rendidas inútiles y lo más seguro es que sean convertidas en un puro formalismo. Trump no ha asistido a ninguno de los debates ni piensa hacerlo, así que lo más probable es que se suspendan los que aún están programados. Por otra parte, los innumerables juicios por los delitos que ha cometido a lo largo de su larga existencia, o han sido sobreseídos o llevan camino de serlo o se alargarán hasta que caduque el delito, dada la habilidad que sus muy bien remunerados picapleitos están demostrando. El resultado es que un delirante, megalómano, amoral, dispuesto a todo para salirse con la suya, puede ser el próximo presidente. Muchos creen que solo un milagro podrá evitarlo.
Una segunda presidencia de Trump tendrá consecuencias incalculables. Para empezar, un partido que ha sido sometido y zarandeado por la derecha más extrema, al punto de que todo representante disidente del Trumpismo ha tirado la toalla y se ha entregado con armas y bagajes, ahora se dispone a someter y zarandear a todo el espectro político y a sus tres poderes.
Trump es un personaje caótico y, lo que es peor, se mueve en medio del caos como Pedro por su casa. Odia instintivamente el orden, en especial el orden establecido. Solo hay un orden que le merece respeto: la ley del más fuerte, la autocracia. La democracia es para los flojos y mediocres, estos son los que más se benefician de ella pues, como sanguijuelas, le chupan la sangre –los recursos– al sistema. Un sistema insaciable, que siempre necesita incrementar sus gastos en servicios para tener contento al personal. De nuevo, lo que ha sucedido en la Cámara de Representantes es un buen ejemplo del caos: una vez destruido el orden parlamentario cada representante va por libre; no existe la más mínima disciplina de voto, con lo que es imposible el consenso; entra entonces en juego un sucedáneo: la coacción. El ejército de jenízaros, la guardia personal del Sultán, se encargará de llevar a cabo la nueva misión de su jefe y arrasarán todos los obstáculos que se crucen en el camino.
Quizá alguien piense que se me ha ido la mano al analizar la situación. Juro que quisiera equivocarme; porque una nueva presidencia de Trump, sin los frenos y controles de la primera, va a dar vía libre a sus peores instintos. Empezando por la venganza de los infinitos agravios que acumula en su insaciable resentimiento.
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