Secciones
Servicios
Destacamos
La democracia cristiana (DC) salvó a Europa tras la debacle de dos guerras mundiales. Joe Biden encarna el espíritu de aquella DC que puede salvar al mundo de un tercer conflicto. Reconozcamos de entrada que el presidente de EE UU está ya muy envejecido; pero ... admitamos también a continuación que puede liderar al llamado «mundo libre» con una mano atada a la espalda, mejor que cualquier líder Republicano (hoy necesariamente Trumpista) con las dos manos. Diré más, mejor que cualquier otro líder Demócrata que hoy fuera un salvapatrias de signo contrario al Trumpismo. Por cierto que a Estados Unidos le salvó un presidente en silla de ruedas, que moriría antes de completar su tercer mandato.
Desde su nacimiento, el espíritu de la DC ha sido la idea de superar la otra idea que estaba prendiendo en Occidente: la lucha de clases. Generalmente se asocia la lucha de clases con el proletariado, extendiendo una enorme elipsis sobre el hecho de que la derecha dura estaba empeñada en someter al proletariado, como este en someter a la derecha mediante su Dictadura. (La actual situación política española recuerda, en clave de farsa, aquella que logró superar la DC tras la II Guerra Mundial). Me atrevo a afirmar que en la época de Roosevelt el espíritu de la DC había prendido en el partido Demócrata, el «new deal» o acuerdo entre capital y trabajo en lugar de la confrontación; razón por la cual la izquierda estadounidense nunca ha podido equipararse a la izquierda europea.
La Primera Guerra Mundial se produjo porque los grandes países europeos, desde Gran Bretaña a la Rusia de los zares, caminaron sonámbulos hacia el abismo y, cuando quisieron darse cuenta, se encontraron con una guerra generalizada en lugar de los tradicionales conflictos puntuales. La Segunda Guerra Mundial fue en realidad la segunda parte de la primera, porque las heridas no habían sido cerradas, no habían cicatrizado. La DC europea puso en marcha lo que con los años terminaría cristalizando en la Unión Europea; al hacerlo, restañó la herida por la que Europa había estado sangrando siglos. Eso a escala europea. A escala nacional, la democratización de los gobiernos consiguió que la confrontación interna por el poder no derivara en guerras civiles, cuartelazos y demás recursos violentos. Las transiciones se hicieron pacíficas y predominó la negociación y el compromiso como fórmula para dar salida a los conflictos de interés irreconciliables. En el desarrollo e implantación de este proceso la DC jugó un papel fundamental en los países más emblemáticos, encabezados por Francia, Alemania e Italia.
Hoy, el sistema democrático se está deteriorando a ojos vista a ambos lados del Atlántico. Las grandes potencias parecen estar de nuevo caminando sonámbulas hacia el abismo.
Pues bien, Joe Biden parece tenerlo muy claro y se ha propuesto evitarlo. En el caso de Ucrania ha sabido liderar a las potencias occidentales, de modo que Ucrania no sea capturada por la fuerza e integrada en la Federación Rusa; cosa que Trump nunca hubiera logrado. A la vez, ha evitado un enfrentamiento directo con Rusia que bien pudiera desembocar en la temible tercera guerra mundial. En el caso de Palestina, está interviniendo de modo que éste encuentre una salida –salida que se ha escurrido entre los dedos durante tres cuartos de siglo– a la vez que evita la expansión del mismo en una guerra regional que, de nuevo, podría desembocar en la tercera guerra mundial. Cosa que Trump, apoyando el expansionismo israelí sin paliativos, nunca hubiera conseguido.
Esto en el ámbito internacional. A escala nacional, se antoja que el presidente norteamericano es el único capaz de parar la irresistible ascensión del Trumpismo (ver América Trumpista, DM 4/11). Ascensión que no solo tendrá consecuencias nefastas para Estados Unidos, sino para el resto del mundo. Recordemos una vez más que estamos al borde del precipicio de una tercera guerra.
Pues bien, a quién más recuerda Biden es al presidente Franklin D. Roosevelt antes citado. Como él, ha propuesto un nuevo «New Deal» que eventualmente pueda suturar la brecha entre la América rural y la América urbana. Una Reconciliación que, a su vez, recuerda la llevada a cabo por la DC en Europa. En el plano internacional, emulando la alianza de Roosevelt con la URSS para derrotar a Hitler, está decidido a colaborar con China para el mantenimiento del orden mundial; incluso si ello supone evolucionar de forma pacífica a un nuevo orden mundial que garantice la paz, primero, y la prosperidad como consecuencia. No voy a gritar aquello de «¡larga vida al rey!», me conformo con que dure los próximos cuatro años.
Y, sin embargo, las posibilidades de que Donald Trump gane en 2024 son cada vez mayores.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.