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Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica. La asociación de los Brics surgió en 2001, al inicio del siglo XXI, y su objeto fue desde el primer momento crear un orden mundial alternativo al hasta hoy vigente. Un nuevo orden, dijeron, equitativo, democrático y multipolar. 'Multipolar' es ... ahí la clave de bóveda de tal iniciativa. Con el tiempo, los Brics se convirtieron en una organización política formal que utiliza las quejas y aspiraciones de los países en vías de desarrollo –el denominado Sur global– como punta de lanza. Su más evidente aspiración es formar su propio bloque, dentro de un orden multipolar, para tratar de tú a tú con los demás bloques: Estados Unidos, China, Europa, Rusia. Obsérvese que China y Rusia son a la vez miembros de los Brics y del Consejo permanente de Seguridad de la ONU. Dato clave para desentrañar los acontecimientos internacionales, que presenciamos entre sorprendidos y desconcertados pero, sobre todo, crecientemente alarmados.
El orden vigente hasta finales del siglo XX fue diseñado y controlado por los países occidentales; algo manifiesto en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde tres de sus cuatro miembros permanentes –USA, UK y Francia– eran occidentales. En 1971 entró el quinto, China, y el balance pasó a 3-2. Entre tanto, los países en vías de desarrollo, irritados por las presiones occidentales que les arrastraban a tomar partido en los conflictos derivados de la Guerra Fría, crearon el grupo de países no-alineados optando por la neutralidad en tales conflictos. El Sur Global sería la versión Siglo XXI de los países neutrales durante la II Guerra Fría.
Tras la lectura de cinco expertos de los Brics, y un australiano experto en el sudeste asiático, encuentro que la queja común a todos ellos es que China y USA están empeñados en una guerra comercial y continúan aumentando sus gastos militares; con lo que un enfrentamiento violento parece cada vez más probable. Ello tendría consecuencias graves para muchos países, pero muy especialmente para los que están en vías de desarrollo. Las buenas relaciones entre Estados Unidos y China, durante tres décadas, han contribuido decisivamente a sacar de la pobreza a cientos de millones de personas; así que una confrontación entre ellos pone en serio peligro el sistema comercial –la globalización– que ha permitido florecer al Sur Global. Por causa de su actual confrontación, ambas potencias están exigiendo a los países del Sur Global que tomen partido si quieren mantener las buenas relaciones; lo cual implica que tendrían que renunciar a comerciar con el otro y participar activamente en la ejecución de las sanciones. Como consecuencia, la neutralidad en el conflicto –no tomar partido– es el común denominador de todos ellos.
Como digo, este tipo de exigencias es mutuo; pero por el momento las presiones de Occidente están teniendo mayor impacto. Estados Unidos está usando el dólar –moneda común a todas las transacciones internacionales– como arma arrojadiza, amenazando con expulsar del sistema a quienes no cumplan con las sanciones decretadas por ellos. La respuesta de China ha sido poner en marcha un sistema de transacciones con su propia moneda, con el objetivo –a largo plazo– de minar la privilegiada posición del dólar. El hecho de que China sea miembro de los Brics y que estos vengan quejándose de la creciente desventaja que para ellos supone operar en dólares, hace que esta amenaza deba ser tomada muy en serio por Occidente,
Los Brics tienen hoy el mismo peso económico, en poder adquisitivo, que el G-7 (las siete mayores economías). De hecho sobrepasaron al G-7 en 2020, como consecuencia del impacto de la pandemia en los países occidentales. Pero los Brics tienen su talón de Aquiles: las transacciones comerciales con los países occidentales son mucho mayores que las transacciones entre sí. De ahí su insistencia en la no-alineación: no quieren renunciar a sus relaciones con China y no pueden renunciar a sus relaciones con Occidente.
Los Brics ven en China la nueva potencia hegemónica emergente y, por otro lado, ven que China está asociada con ellos. En tanto que potencia hegemónica, saben que a largo plazo habrán de competir con ella en el mercado internacional; en tanto que socio, quieren colaborar con ella para desprenderse del yugo que les ha impuesto Occidente. Pero una cosa es querer la neutralidad y otra hacerla realidad. Una cosa es formar un bloque propio y otra dedicarle los recursos humanos y materiales que tal empresa exige, y detraerlos de la inversión en el desarrollo de cada miembro. Saben que una aproximación proactiva para conseguir la neutralidad es mejor modelo que el pasivo estatus de no-alineado. Se proponen promover la multi-alineación con USA, China, la UE, Asean (la UE asiática) y desde luego entre los propios miembros.
Los Brics son pues una ONU alternativa, con sus cinco miembros fundadores y el resto del Sur Global.
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