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El calvario que está sufriendo el pueblo ucraniano me recuerda la frase que Cristo pronunció en el Huerto de Getsemaní: Padre, si es posible, que pase de mí este cáliz.
Se leen textos muy bien intencionados sobre la potencial victoria de Kiev sobre Moscú, la ... mayoría de ellos formulando deseos cuando no pura propaganda de guerra. Hay que buscar con lupa para encontrar análisis que contemplen fríamente la verdadera situación. 'Una guerra imposible de ganar' de Samuel Charap (Foreign Affairs julio-agosto 2023) es uno de ellos.
Charap se apoya en un estudio de las guerras acaecidas entre 1946 y 2021 para llegar a la conclusión de que la duración de la cuarta parte de ellas fue inferior a un mes, y la de otro cuarto menos de un año; pero las que sobrepasaron un año, se extendieron un promedio de diez. La de Irán-Irak, que duró 'solo' ocho años (1980-88), terminó con medio millón de combatientes muertos y otros tantos seriamente heridos. No es este el destino que quisiéramos para los ucranianos.
Es difícil imaginar su recuperación, no ya social sino económica, mientras su espacio aéreo continúe cerrado, sus puertos bloqueados, sus ciudades bombardeadas, sus ciudadanos en el frente de batalla en lugar de trabajando, y millones de refugiados sin ninguna gana de regresar a su país. Como ya he indicado en otras ocasiones un acuerdo de paz se ha vuelto imposible, así que la salida más probable sería un armisticio, tipo del coreano de 1953, cuyo conflicto aún perdura.
Los dos últimos años de la Guerra de Corea simultanearon la campaña bélica con las conversaciones diplomáticas, algo común a lo largo de la historia. Es decir que, en el mejor de los casos, a Ucrania le esperan dos años más de calamidades a partir del inicio de las conversaciones. Puesto que la contraofensiva ucraniana se extenderá lo que queda de este año y parte del que viene, no parece posible que las citadas conversaciones comiencen en serio antes de cumplirse el segundo año de guerra. Un mínimo de cuatro años devastadores.
Visto desde esta perspectiva las conversaciones deberían empezar sin más pérdida de tiempo. Cuanto más tarden en empezar más difícil será sellar un acuerdo porque el precio político a pagar por quien decida dar el primer paso será mayor. En el caso que nos ocupa, si esa iniciativa la tomaran los miembros de la OTAN, estos serían acusados de haber abandonado a Ucrania, aunque la estuvieran apoyando más que nunca. Volviendo al ejemplo de Corea, se requirieron 575 reuniones para llegar a un acuerdo de apenas cuarenta páginas. Un armisticio es bastante más complejo que un alto el fuego, en 2014 se llegó a un alto el fuego en Minsk que duró menos de un año; renovado en 2015 pero roto de nuevo en 2022. Un buen armisticio es una paralización de las hostilidades que, en el caso de Corea, lleva vigente setenta años.
Un buen armisticio conlleva acuerdos sobre zonas desmilitarizadas, garantías de mantenimiento de los términos del acuerdo por terceros países independientes (se me ocurren a bote pronto China y USA), con soldados de la ONU para asegurar el alto el fuego, con una comisión conjunta para resolver los conflictos entre las partes y, finalmente, redactado en términos muy específicos y con el menor número de vaguedades posible. Este tipo de acuerdo refuerza los principios de reciprocidad y disuasión, que permiten a enemigos jurados mantener la paz sin necesidad de resolver las diferencias fundamentales que los separan.
Para terminar con una nota esperanzadora, pensemos en lo que ha ocurrido en Corea del Sur durante estos 70 años. Corea del Sur es hoy una de las economías más desarrolladas del mundo, con industrias punteras en las más altas tecnologías. En el caso de Ucrania, dada su vecindad con la Unión Europea, la perspectiva es aún más prometedora que la de aquella Corea, separada de los países occidentales por dos inmensos océanos. Ucrania tendría garantizado el acceso a la Unión Europea y si no a la OTAN, asunto tan problemático que inclinaría a Moscú a seguir con la guerra, estaría amparada por el paraguas militar de esta.
Amén de consolidar uno de los ejércitos mejor preparados y entrenados del mundo. Este tipo de armisticio dejaría a Ucrania sin una parte del territorio, pero con la oportunidad de recuperarse económicamente y poner fin a la muerte y destrucción. Es más, el atractivo de esa Ucrania reconstruida sería un escaparate para sus vecinos exucranianos. ¿Quién sabe si con los años se produciría una reunificación como la de las dos Alemanias separadas durante cuarenta y cinco años?
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