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Hace ahora 100 años que la justicia de Chicago había puesto en su punto de mira al famoso líder de la mafia, al punto de declararlo Enemigo Público Número 1. Gracias a sus conexiones políticas y a un grupo de picapleitos que conocía todos los ... trucos y recovecos para evadir la ley, la ley nunca había conseguido declararlo culpable en las múltiples causas que trufaban su historial. Famoso por haber transgredido todas las leyes de La Prohibición, y por eliminar a todos sus rivales por medios violentos y sin contemplaciones. Famoso, también, por su tren de vida (vivía en el mejor hotel de Chicago) y la exhibición burda y descarada de su riqueza.
Porque Capone sabía cómo caer simpático, y porque cultivaba una imagen de personaje antisocial frente a los medios de comunicación; los medios, queriendo y sin querer, terminaron por convertirlo en un sujeto fascinante para todos aquellos que tenían múltiples razones para sentirse rechazados o perjudicados por la sociedad de su tiempo. Estos le convirtieron en su héroe y, a través de él, daban rienda suelta a todo el inconsciente resentimiento acumulado a lo largo de su existencia.
El desafío de Capone a la sociedad se convirtió en un serio peligro para el Estado. Tanto, que el propio presidente americano, Herbert Hoover, dio instrucciones a su ministro del Interior para que se encargara de ponerlo de patitas en la cárcel. Este pasó el encargo a la Fiscalía, que decidió instruir una causa por evasión de impuestos. Habían contactado a un guardaespaldas, asesino y asesor de Capone, Nitti, que les vendió los documentos que finalmente conducirían a declararlo culpable.
Un siglo después, salvando todas las distancias, nos encontramos con otro personaje que demuestra un asombroso paralelismo con el original. Capone era un gángster declarado, el actual ha coqueteado con las mafias en sus negocios y ha adoptado algunos de sus modos y maneras. Hace 50 años, era del dominio público la imposibilidad de ser magnate de la construcción en Nueva York, o dueño de casinos en Atlantic City, sin sostener buenas relaciones con las mafias; pero lo que resulta más perturbador es que, como en la época de Capone, el Estado se haya puesto a la defensiva; así como que, quienes hoy se sienten agredidos por la deriva que están tomando los acontecimientos, le hayan convertido en su héroe.
La gente que adora a Trump es muy variopinta. Trump sería el denominado 'conjunto vacío' –la esencia del populismo– donde tienen cabida todas esas demandas no atendidas, o rechazadas por la sociedad actual. Demandas que van, desde la supremacía blanca (entre la clase media proletarizada), el rechazo xenófobo de los inmigrantes, la confesionalidad cristiana del Estado (principalmente el evangelismo), la prohibición del aborto… hasta la reimplantación de las costumbres más tradicionales, el aislacionismo político, el mercantilismo económico, el autoritarismo (como reacción al igualitarismo de la democracia), y así hasta colmar el vacío del conjunto.
La cuestión es que, del mismo modo que subió la popularidad de Capone tras su juicio (un juicio que se sabía traído por los pelos, con un objetivo mucho más elevado) la popularidad de Trump no ha disminuido ni un ápice. Sus adoradores le consideran un Cristo crucificado. Su juicio estaría basado en una acusación obviamente agarrada por los pelos: la compra del silencio de una prostituta sobre un encuentro extramarital, elevando la consiguiente falsificación de documentos a la categoría de violación de la ley electoral para calificarlo de crimen punible. Un asunto que no le llevará a la cárcel. Capone estuvo preso al menos 4 años y medio en Alcatraz.
Y hacen caso omiso de que Trump sea acusado de crímenes bastante más graves: coacción a las autoridades de Georgia para que 'encontrasen' los votos necesarios que cambiarían el resultado de las elecciones; intento de golpe de estado en 6-01-2021; extracción de documentos ultrasecretos hallados en su residencia particular. Pero aquí interviene el asunto de las conexiones políticas en los diversos tribunales. Estos han retrasado la celebración de los respectivos juicios hasta después de las elecciones, de modo que su victoria electoral quede sellada y pueda auto-adjudicarse un Perdón Presidencial. Capone siguió dirigiendo La mafia de Chicago desde Alcatraz y a su salida de la cárcel continuó las actividades delictivas como si nada hubiera pasado. Trump tiene planeado hacer lo mismo, así como proceder a la eliminación de sus rivales. Eso sí, sin recurrir a la violencia física sino a esos mismos tribunales que ahora le fustigan. La situación política y social, entre tanto, está y estará tan envenenada que no se sabe las consecuencias que ello tendrá para Estados Unidos. No se sabe; pero los augurios no pueden ser peores, con un delincuente convicto de candidato presidencial y potencial presidente en 2025.
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