Secciones
Servicios
Destacamos
Ami juicio, la derecha española ha cometido un error muy grave no abrazando la idea de un Estado federal; algo que debiera haber hecho hace ya mucho tiempo. Desde que ocupó la presidencia Pedro Sánchez, dio señales de que tenía un proyecto de país que ... ha ido haciéndose cada vez más evidente con el paso de los meses: una confederación. Cosa que sus colaboradores denominan 'Estado plurinacional', para suavizar su rechazo en la España no independentista.
Dado que la España de las autonomías muestra claros síntomas de agotamiento, es mucho más fácil deslizarse cuesta abajo hacia una confederación que subir la empinada cuesta de una recentralización; aunque ésta solo trate de recuperar ciertas competencias (educación, sanidad, fuerzas de seguridad, etcétera) que se han ido perdiendo en el transcurso de nuestra breve historia democrática. La recentralización es mucho más peliaguda por aquello del 'Santa Rita, Rita' tan vigente en nuestra historia desde tiempo inmemorial.
Los españoles tenemos fama bien ganada de tener una acendrado amor por todo lo local, a lo cual ha contribuido decisivamente su accidentada geografía y la cultura que a su sombra se ha desarrollado desde la noche de los tiempos. Algo que, paradójicamente, lejos de relativizarse con la exposición al mundo exterior parece haberse agudizado. El fervor a las tradiciones culturales que hoy se observa, a pesar de su condición impostada –por posmoderna– parece más fuerte que nunca; desde las fiestas locales hasta los productos de su huerta, su mar, su río, etcétera.
Nos guste o no este localismo ha debilitado al Estado desde siempre, y al moderno Estado-nación en particular. Las identidades regionales han evolucionado hasta convertirse en nacionalidades que rivalizan con el Estado central, no solo en Cataluña y el País Vasco aunque estos sean los más descollantes. En cualquier caso, es evidente que los españoles valoran más sus gobiernos autonómicos que el nacional. El localismo ha generado estrechez de miras, miopía provinciana, empeño en alimentar un mundo propio desgajado del resto. A vascos y catalanes habría que sumar madrileños y valencianos, por arriba, y baleares o asturianos, por abajo, por citar ejemplos flagrantes.
Que la derecha haya respondido a este problema abrazando una recentralización, que hasta hace poco solo defendía el obtuso nacionalismo de Vox, choca contra la realidad histórica y las raíces culturales de nuestra sociedad. La respuesta de libro ante una situación como la que nos ocupa es un federalismo racionalista como el alemán. La Confederación del PSOE sanchista propicia negociaciones de carácter bilateral. La Federal propicia la multilateralidad, implica una delimitación clara y precisa de competencias –iguales para todos– con unas reglas del juego bien definidas para dirimir los conflictos entre gobiernos; una Cámara Alta de representación regional no provincial; una filosofía de gobierno verdaderamente descentralizada, no la pseudo descentralización actual que está convirtiendo España en un reino de Taifas.
Al revés que la recentralización, el federalismo no nadaría contracorriente sino todo lo contrario.
Por poner el ejemplo más apropiado, la mayoría social de Cataluña, que se siente atascada en el sistema autonómico, abrazaría sin reparos esta solución y dejaría al independentismo en ese 20% de irredentos que nunca van a aceptarlo. El País Vasco y Navarra son harina de otro costal, los vascos no aprobaron la constitución de 1978 y tampoco aprobarían esta; pero terminarían conformándose según lo hicieron entonces.
Hacer compatibles la diversidad regional, las diferencias identitarias y la unidad nacional, hoy por hoy, parece difícil. Hay un verdadero antagonismo entre unos y otros, antagonismo que se ve retroalimentado por el rancio nacionalismo señalado más arriba; pero un sistema federal puede ser la avenida natural que facilite la resolución del Sudoku. Cuando los nacionalismos y la unidad nacional se convierten en antagonistas sistémicos, es mucho más difícil darle la vuelta a la tortilla; pero el sistema federal da salida natural a los sentimientos y reivindicaciones localistas, los hace compatibles y estimula la cooperación, incluso la emulación, en lugar del resentimiento y el odio mutuos.
El mayor obstáculo a la salida federal no son la geografía o las culturas locales. Es la incapacidad de los partidos dominantes para alcanzar acuerdos.
Pienso que el PP lleva las de perder. De hecho, no sé si ya habremos traspasado el punto de no retorno. Los próximos tres años pueden ser decisivos. Si Sánchez consigue recomponer el gabinete Frankenstein, podría ser ya demasiado tarde. Feijóo o quien pueda debe dar un golpe en la mesa; pero no con idea de recentralizar sino, por el contrario, de recomponer seriamente la España de las autonomías con un sistema federal hecho y derecho. Algo que no podrá hacer solo, sino con la imprescindible colaboración de un PSOE post-sanchista.
¿Quién le pondrá el cascabel a este tigre de papel?
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.