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De que China y Estados Unidos se lleven bien depende el futuro y el destino de la humanidad», han acordado XI Jinping y Anthony Blinken en su primera entrevista en Pekín. Una afirmación grandilocuente, desorbitada (el futuro depende de muchas otras cosas) pero que revela ... la arrogancia con que desde siempre han mirado al resto del mundo los líderes de las grandes potencias. Si fuera cierto, sería una mofa y befa de la soberanía que supuestamente gozan el resto de las naciones. Y una muestra de la impotencia con que tenemos que asistir al espectáculo de 'estar a merced' de lo que ellos decidan.
Como sugiero, no es totalmente cierto; pero encierra una velada amenaza. Si no se llevan bien, el riesgo de que la cosa termine en una III Guerra Mundial aumenta cada día que pasen llevándose mal. Y ya llevan así cuatro años.
Lo cierto es que a la humanidad le conviene que se lleven bien y ello depende en gran medida de su voluntad. El resto poco pueden hacer más allá de llamarlos al orden y pedirles que actúen responsablemente, dadas las catastróficas consecuencias de que no lo hagan.
Según parece han acordado restablecer y mejorar las líneas de comunicación entre ambas partes, para asegurarse de que la competencia no derive en conflicto. El parto de los montes ha sido un ratón. Tampoco se esperaba mucho más pero esto es netamente insuficiente. Tengamos en cuenta el tamaño de los conflictos actuales para entender el grado de deterioro de la situación en que nos encontramos: el incremento de la actividad militar alrededor de Taiwán y la negativa a condenar la invasión rusa de Ucrania, por parte de China; la imposición de controles a la exportación de tecnología avanzada a China y el refuerzo de los acuerdos de seguridad con sus tradicionales aliados para contenerla estratégicamente, por parte de EEUU.
Dice el gobierno americano que la visita del Secretario de Estado a Pekín desmiente la existencia de una supuesta guerra fría entre ambos países. Una broma de mal gusto. Una semana después el presidente de India, Modi, ha sido recibido en Washington con honores que hasta ahora sólo se habían concedido a Churchill y Mandela. Una maniobra que recuerda la estrategia para separar a China de Rusia en los años 60. Entonces las relaciones bilaterales entre ambos países convirtieron a China en aliado estratégico de facto. Los historiadores fijan ahí el momento en que la balanza de la I Guerra Fría se inclinó a favor de Estados Unidos de forma decisiva. Al convertir, hoy, la relación con India en la más importante de sus relaciones bilaterales, se busca una alianza frente a China que reproduzca aquel resultado.
Como entonces Nixon y Kissinger, hoy Biden y Blinken corren un tupido velo sobre las políticas de Modi. Biden ha hecho borrón y cuenta nueva sobre la abstención de Modi en el voto de censura a la invasión de Ucrania, en la ONU; incluso parece ver con buenos ojos la compra de petróleo ruso por parte de India, porque ello está frenando la subida del crudo a escala mundial. En cuanto a que esa compra ayuda a financiar la guerra de Putin ¡pelillos a la mar!
La guinda del pastel sería una declaración americana de que India y Estados Unidos comparten los mismos valores: India sería la democracia más grande y EEUU la más próspera.
Pero entre aquellos años 60 y ahora, hay una gran diferencia. India es parte de los 'Brics' y estos son los líderes del Sur Global. La evidente estrategia de India es el multilateralismo; así que la alineación de India con EEUU, frente a China, es más que problemática. India quiere mantener distancias con China por razones obvias (más de tres mil kilómetros de frontera común, con muchos territorios en disputa); pero, por otra parte, la potencia militar de China es inmensamente superior, así que no le conviene ponerse enfrente sino mantener las distancias. Y cooperar con China en sus múltiples intereses comunes. Ello exige también mantener las distancias con EEUU, sin hacerle un feo en cuestiones de defensa.
Como llevo explicando profusamente desde que Biden llegó a la Casa Blanca, la II Guerra Fría le conviene especialmente a Estados Unidos; el retorno a la bipolaridad es uno de sus obvios objetivos para mantener su estatus de líder del mundo libre. El asunto está menos claro en el caso de China.
China no solo es partidaria del multilateralismo sino que lo considera compatible con el liderazgo mundial. Piensa que la cultura china es tan excepcional que no sería posible exportarla a otros países –lo contrario de lo que busca Estados Unidos con la democracia–. La aparente contradicción entre su cultura y sus ambiciones la resolvería el multilateralismo, del mismo modo que lo hizo el 'Imperio del Centro' (China) entre los siglos X y XIX.
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