Secciones
Servicios
Destacamos
Los esfuerzos de Trump para revocar las elecciones de 2020, que culminaron con el asalto al Capitolio, violaron la primera regla de la democracia, sin ... la cual todo lo que se deriva de ella es impracticable: la aceptación, ganen o pierdan, del resultado de las urnas. Sin embargo, los republicanos desistieron de inhabilitar a Trump tras su proceso de incapacitación –'impeachment'– por tal delito. En el origen de los mayores desafueros de la historia política –y bien pronto estamos viendo hasta qué extremo puede alcanzar tal rango la elección de Trump cuatro años después–, suelen encontrarse actos de cobardía, aparentemente inocuos, como evitar la rabiosa reacción de los votantes ante una decisión impopular. En el caso que nos ocupa, el desafuero podría llegar hasta un 'cambio de régimen': de la actual democracia liberal a una autarquía nacional-populista. Pero los demagogos, por sí solos, no tienen la capacidad de hacer naufragar la nave del Estado; necesitan de la complicidad de políticos ordinarios, ya instalados en las altas esferas del poder. En este caso, los congresistas republicanos.
El gran sociólogo Juan Linz (1926-2013), escribió que un político ordinario tiene dos opciones ante una situación como la descrita: actuar como demócrata leal al sistema, dando prioridad a la democracia sobre sus ambiciones personales; o bien, comportarse como un semidemócrata. Linz describe a los semileales como políticos respetables a primera vista que forman parte del sistema trajeados de civiles en lugar de militares. Personajes comprometidos con la democracia y ostensibles practicantes de sus leyes, puede vérselos en el Congreso y en los despachos del Gobierno; de modo que, cuando la democracia esté amenazada, no se encontrarán sus huellas en el arma del crimen.
Pero cuando se analizan de cerca las historias de las quiebras democráticas, ya sea en la Europa de entreguerras mundiales, ya estudiando las quiebras en Argentina, Brasil y Chile en los años 1960-70, ya en la Venezuela del 2000, vemos un factor común a todas ellas: los políticos semidemócratas jugaron un papel decisivo en el advenimiento del autoritarismo, al no condenar públicamente el comportamiento autoritario ni luchar para que los responsables de tal delito fueran señalados como responsables, dado que podían ser sus potenciales aliados; menos aún unieron fuerzas con sus rivales ideológicos para aislar y derrotar a los delincuentes. Es precisamente el respeto que inspiran los semileales lo que les convierte en tóxicos, en tanto que usan su autoridad moral para legitimar a los extremistas antidemocráticos, protegerlos frente a la persecución legal, abrirles las puertas de los medios y las redes e influir en los donantes habituales para que contribuyan a la campaña del líder autoritario. Esta forma sutil de habilitar a las fuerzas extremistas es lo que fatalmente debilita las democracias.
Hoy ese papel lo desempeña en EE UU el Partido Republicano. Los líderes republicanos han habilitado el autoritarismo en cuatro momentos decisivos:
1. En lugar de dar por buenos los resultados de las elecciones de 2020 muchos líderes permanecieron callados, cuando no cuestionaron los escrutinios. De 261 miembros republicanos del Congreso, 221 expresaron públicamente dudas sobre la legitimidad del triunfo de Biden y, tras los disturbios del 6-1-2021, dos tercios de los representantes republicanos votaron contra la certificación de los resultados.
2. Cuando Donald Trump fue imputado –'impeachment'– por causa de la insurrección, la gran mayoría de los senadores republicanos votaron su absolución de los cargos; incluso cuando Mc Donnell, líder republicano del Senado, había reconocido que Trump era práctica y moralmente responsable del asalto. Aquella absolución fue lo que ahora ha permitido que Trump se presentase y ganara las elecciones de 2024.
3. Los líderes republicanos se opusieron a crear una comisión independiente para investigar los hechos del 6-1-2021. Si los dos partidos hubieran unido sus fuerzas para señalar a los responsables de la insurrección, los hechos hubieran pasado a la historia como un asalto criminal a la democracia, cuya repetición nunca debería ser permitida. Al rehusar el apoyo a una investigación independiente, los republicanos destruyeron la posibilidad de un consenso a nivel país sobre aquellos sucesos, que habían traspasado todos los límites establecidos.
4. Con muy pocas excepciones, los líderes republicanos han apoyado ahora a un Trump que había prometido volver a revocar las elecciones de 2024 de no ser elegido. Esa actitud ha legitimado al personaje, ha enviado a los americanos el mensaje de que Trump, a fin de cuentas, es una elección aceptable. La aquiescencia de los republicanos al autoritarismo no es algo inevitable o ineludible, es una elección indeseable.
La paradoja es que muchos de esos políticos ordinarios, que hoy presiden el colapso de la democracia, no son autoritarios ni pretenden echar abajo el sistema sino puros arribistas que subordinan la defensa de la democracia a sus intereses personales o de partido. Esa atroz indiferencia los lleva a ser indispensables 'compañeros de viaje' hacia la muerte del sistema democrático.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias seleccionadas
Ana del Castillo
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.