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Para entender la política exterior de Estados Unidos en Europa hay que tener muy en cuenta que su principal objetivo es ganar la Segunda Guerra ... Fría a China. Trump tiene una enorme prisa para desembarazarse de los actuales conflictos en Ucrania y Gaza y concentrar todos sus esfuerzos en el Pacífico Oriental. De hecho, el mayor interés de EE UU en Eurasia es conseguir que Rusia se libre de su enorme dependencia de China, imitando los pasos de Nixon-Kissinger en su exitosa empresa de separar a China de la URSS en los años 70 del siglo pasado. Sólo que la torpeza y las prisas de Trump hacen que Putin aproveche la oportunidad para sacar la mayor tajada posible.
Por el contrario, el objetivo respecto a la Unión Europea es conseguir que Europa se rearme, para que sea una eficiente aliada en la OTAN, a la vez que se disgrega como Unión Europea dando un salto atrás hacia la 'Europa de las patrias'. Añadiendo sal a la herida, Trump insulta a las democracias europeas al mismo tiempo que alienta descaradamente a la derecha nacional-populista de Europa. El viejo lema 'divide y vencerás' ha sido prohijado por Trump que sueña con ser el Julio César del siglo XXI.
Para su desgracia, le ha pillado demasiado viejo. Tendrá 82 años cuando termine su mandato, y esa cima política no se corona en 4 años. De ahí que ande preparando a su hijo Donald Jr. para que siga sus pasos. Hablar de 'sueños húmedos' en este caso no empieza a dar cuenta de la magnitud del desafuero en su mente calenturienta, que bien puede llevarnos a una confrontación mundial.
Para conseguir que Rusia se independice de China, EE UU tiene que fortalecerla al extremo de que vuelva a ser la potencia que un día fue; del mismo modo que, a partir de Nixon, se fortaleció a China integrándola de lleno en las instituciones económicas del mundo liberal. A partir de ese momento China dejó de depender de la URSS y, sin dejar de ser ideológicamente compatibles, comenzó a operar con una independencia que con el tiempo permitiría a EE UU ganar la Primera Guerra Fría. En total se requirieron 20 años (1969-89).
Por otro lado, fortalecer a Rusia le permite a EE UU contener la expansión de la UE, primero, y su retroceso a una mera Alianza Europea, después. A EE UU le interesa sostener esa alianza a nivel militar (OTAN) para que Europa y Rusia se contengan mutuamente. Eso explicaría también los 'Acuerdos de Abraham', la alianza de Marruecos, Egipto, Israel, Emiratos Árabes y Arabia Saudita (pendiente), para contener a Europa por el sur del Mediterráneo, y a Rusia por el sur de el mar Negro y el Egeo.
Como señalo, se trata de una estrategia probada con éxito el último cuarto del siglo XX. Pero su éxito requirió el 'encaje de bolillos' de Kissinger para mantener contentas a todas las partes implicadas –Europa, Pacífico Oriental, Oriente Medio– mientras contenían a Rusia, primero, y negociaban con Gorbachov, después. Lo que entonces requirió 20 años, Trump pretende hacerlo en cuatro. Así que en lugar del 'encaje de bolillos' utiliza la motosierra.
El objetivo de Estados Unidos respecto a China es bastante más difícil de conseguir en las circunstancias actuales. Ni Estados Unidos tiene el prestigio que tuvo durante el último cuarto del siglo pasado ni, sobre todo, China es equiparable a la URSS en economía, en población, en desarrollo tecnológico o en expansión comercial por todo el mundo. En este sentido, la estrategia de Trump de repartir el mundo en tres áreas de influencia, quedándose EE UU con la influencia en el continente americano –desde Groenlandia hasta el Cabo de Hornos– suena más realista. Pero de nuevo, Trump está utilizando la motosierra para su implantación. Eso no puede acabar ni medio bien.
Con relación a China, EE UU lleva un mínimo de 6 años de una guerra fría que empezó con Trump en su primer mandato. Aplicando su catecismo ('El arte de la transacción' en la edición original, 'El secreto del éxito' en la edición española) Trump planteó inicialmente una negociación muy agresiva a un adversario muy potente: aplicó dos guerras a la vez, una comercial y otra técnica. Dado que considera blandengue el seguidismo de Biden, ha empezado donde lo dejó entonces, elevando las tarifas arancelarias indiscriminadamente, algo insostenible durante mucho tiempo. Siguiendo su catecismo, deberá terminar almacenando la motosierra y avenirse a un compromiso transaccional. De otro modo, el riesgo de una Tercera Guerra Mundial –siempre latente, como sabemos por la experiencia de la Primera Guerra Fría– será excesivo. Yo no descartaría que sea ésa precisamente la intención de Trump respecto a China. Aunque, dada la escasez de tiempo, el desenlace puede pillarle con la motosierra en las manos.
Pero, en fin, sorpresas tiene la Historia que muy pocos esperaban. Habrá que estar muy atentos a nuestras pantallas.
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