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Todo indica que las jeremiadas de los demócratas (con 'd' minúscula; no solo los del partido Demócrata) sobre la amenaza viviente que un segundo mandato de Trump representa, no han tenido la suficiente eficacia para impedirlo. Ahora está claro que para más de la mitad ... de los americanos o bien la salud de la democracia no les preocupa o no se han creído que ésta esté en peligro. El eslogan de que Trump representa un peligro para la democracia ha rebotado en la dura piel de sus fieles y los ha afirmado más en sus posiciones. Aquellos que a estas alturas no han entendido que Trump es un etnonacionalista con querencias autoritarias –un fascista– o bien están conformes con que así sea, o nunca lo van a admitir por amor propio, o lo admitirán cuando sea demasiado tarde. El sueño de Lindberg hace 90 años, hoy se cumple en Trump.
Mejor será no llorar por la leche derramada y aplicarse a la defensa de la democracia. Ya no es un grito de ¡que viene el lobo!, el lobo ya está aquí. Una clara mayoría de americanos no se disturba ante la perspectiva de que Trump deporte millones de inmigrantes, persiga a sus enemigos políticos en tribunales favorables a sus fines (incluidos tribunales militares para los generales que se atrevieron a contravenir sus órdenes) y reemplace los funcionarios de carrera independientes por otros que le juren fidelidad. Esto, por citar algunas promesas sobresalientes, entre sus innumerables promesas de acción. Si Trump cumple su palabra (¡ejem!) la primera línea de ataque será la inmigración, seguida de cerca por la economía.
No quiero ni imaginar las consecuencias a medio plazo que puede acarrear deportar a 21 millones de inmigrantes. Solo la tarea de identificarlos, localizarlos y confinarlos, antes de deportarlos, va a exigir la intervención del Ejército en tareas de orden interno excluidas del mandato de Defensa. Pero un decreto declarando «estado de excepción» está entre las atribuciones del presidente y Trump no va a pararse en barras. De hecho, amenaza con utilizar el Ejército en otros asuntos internos: manifestaciones de protesta, huelgas…
En cuanto a la economía, lo más sobresaliente es la complicidad de un buen número de mil-millonarios, entre los que destaca el hombre más rico del mundo, a quienes ha prometido licencia para burlar a los sindicatos, extraer gas y petróleo como si no hubiera un mañana, licencias para que las grandes tecnológicas hagan de su capa un sayo aún más de lo que han venido haciendo hasta ahora, reducir en un tercio los gastos del Gobierno Federal y duplicar la reducción de impuestos a las grandes fortunas que ya efectuó en 2016.
Luego está el espinoso asunto de las opciones para el control de la natalidad, que los Estados van a tomar en sus manos quitándoselo a las del gobierno Federal, y la satisfacción de las demandas del nacionalismo cristiano (nada de separación de Iglesia y Estado). Pero hablemos del impacto que el etnonacionalismo va a tener en política exterior.
Trump y Vance (su vicepresidente ++) tienen una visión maniquea del mundo donde los amigos han de ser incondicionales y los enemigos satánicos (encarnación del mal). Mientras, por otra parte, su concepción transaccional (tratados ventajistas) de las política en general y de las relaciones internacionales, en particular, les lleva a relacionarse amistosamente con dictadores de su misma cuerda (Putin, Xi, Kim, Erdogan, Orbán...) y esta vez no va a tener a consejeros como Mattis o Bolton que refrenen sus peores impulsos. No cabe duda de que países como Ucrania van a pagar los platos rotos por la OTAN en el Este de Europa, empezando por la propia Organización del Atlántico Norte que será almacenada en el congelador para llegar a un armisticio con la Rusia de Putin. En cuanto a Palestina, la salida de establecer dos Estados volverá al cajón donde fue metida tras los Acuerdos de Abraham. Además, saldrá adelante el enfrentamiento bélico con Irán.
Punto y aparte. Para China el caso de Taiwán es únicamente cuestión de tiempo, las islas entre Taiwán y Japón también, ya está aposentado en el sur del mar de China y trata Corea del Norte como un protectorado; por otra parte, aspira a desarrollar una relación con el 'Sur global' similar a la de Estados Unidos con Occidente. La política transaccional no va a funcionar con China y Donald Trump no conoce otra herramienta: aislacionismo o III Guerra Mundial.
En suma: la política económica, el comercio internacional, la OTAN, el cambio climático, Oriente Medio, China, el papel de la extrema derecha en Europa, la política digital… y demás asuntos-clave por su dimensión internacional, van a verse seriamente afectados por el gobierno de Trump. No digamos ya la coexistencia pacífica a todos los niveles.
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