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Después de años dándole vueltas al asunto he llegado a la conclusión de que la falta de vocación de servicio a la comunidad, por parte de líderes políticos, sociales y económicos, es la principal causante de la degradación del sistema democrático; el cual, en efecto, ... se construye sobre la base de que los servidores públicos han de ser vocacionales, si me apuran, en el sentido religioso del término. Precisamente esta vocación es la que ahora brilla por su ausencia. En su lugar, se ha instalado la egoísta ambición de poder y ella está dando al traste con el sistema.
En 1904 Max Weber publicó 'La ética protestante y el espíritu del capitalismo' uno de los libros de sociología más influyentes que se hayan escrito. Desafortunadamente, los líderes actuales se han quedado con el capitalismo y desechado olímpicamente la ética; pero el capitalismo sin ética se convierte en un sistema de dominación como los demás. Deja de ser democrático. Lo peor es que múltiples confesiones cristianas también parecen haber prescindido de la ética, para convertirse en un instrumento de dominación al servicio de los poderosos. Cierto evangelismo Americano, el caso más extremo; pero el ala más conservadora del catolicismo no le va a la zaga.
Una de las características más destacadas de la Reforma protestante fue la vocación de servicio a la comunidad. Los jesuitas, líderes de la Contrarreforma, tomaron de los reformistas la idea de la actitud de servicio, y la llevaron adelante tanto en la Compañía como en las Misiones, colegios y universidades a su cargo. Se convirtió en seña de identidad impresa en todos aquellos educados en sus centros. El propio Papa Francisco es un excelente ejemplo de dicha vocación.
Pero todo esto es historia. Los jesuitas hace mucho que dejaron de ejercer la influencia de antaño y la sociedad laica ha almacenado la vocación de servicio en el baúl de los recuerdos. La ética protestante tenía todo que ver con la 'ética del trabajo'. La ética del trabajo tenía como resultado beneficios económicos, y el éxito económico era la señal de que uno formaba parte de los elegidos por Dios para entrar en el Reino de los Cielos. Por ahí es por donde se ha colado la idea del beneficio personal e individual, y la vocación de servicio ha pinchado.
Los nacionalistas dicen librar una 'guerra cultural' en defensa de una identidad y unos valores que, cuando uno rasca su superficie con la uña, descubre que es una fina capa que recubre su verdadera ambición: reducir a la inoperancia el sistema democrático liberal; y sustituirlo por un nuevo orden social basado en el hiper-individualismo y la autarquía económica (opuesta al mercado libre).
A este fin, tienen la ayuda de las nuevas tecnologías para crear un estado de opinión donde el Estado es el enemigo a batir; así como la eliminación de cualquier límite a la iniciativa privada. Qué más quieren los sordos dueños de las redes y la IA, que oír este canto de sirenas. Avalan y apoyan esta visión de la realidad con todos sus recursos –tecnológicos y económicos– que se antojan infinitos. Elon Musk se ha adjudicado a sí mismo un sueldo de 54,000 millones de dólares, solo de la compañía Tesla. Cualquier intento de regulación atenta contra su emporio. Conclusión: Musk apoya a Trump sin límites y blanquea el asalto al Capitolio como un acto de 'legítima defensa'; pero lo mismo están haciendo el resto de los grandes líderes económicos.
Han recogido el famoso discurso de Margaret Thatcher: el pueblo no existe, es una abstracción, solo existen los individuos y su éxito es directamente proporcional a su egoísmo. El altruismo no debe ser el principio organizativo de la sociedad, razón por la que ha fracasado la socialdemocracia. Solo el conservadurismo nacionalista puede salvar a la nación. O sea, dicen, la democracia está sobrevalorada.
La democracia ya tropezó con el obstáculo del consumismo y salió mal parada; pero lo de ahora es mucho peor. Muchos consumidores que no ven satisfechas sus demandas culpan al sistema y, en un afán nihilista por proteger sus intereses, apuestan por el populismo como una alternativa 'novedosa' (desconocen la historia) que promete restituir el statu quo anterior, donde sus padres prosperaron más de lo que ellos esperan hacerlo (casa y coche propio y, si se tercia, una segunda residencia).
«El Poder cambia de manos. Del Estado liberal a los mercados financieros, a las corporaciones tecnológicas sin que nosotros, idiotizados por nuestro individualismo radical, entendamos el peligro» (Mas de Xaxas). Las nuevas tecnologías no nos van a llevar al mejor de los mundos posibles sino que ahondará el abismo entre integrados (los menos) y marginados (los más).
¿Dónde está el Ulises que se haga atar al palo mayor de la nave del Estado para desoír a las Sirenas, atravesar el espantoso estrecho entre Escila y Caribdis, y llegar a Ítaca?
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