Secciones
Servicios
Destacamos
En tiempos de agria crispación y polarización política, con alguna frutera insigne pontificando en lo alto de la peana, algunos socialistas de ayer se han reconvertido en conservadores y algunos han sido premiados con cargos casi insignes. Es verdad que los conservadores de pata negra ( ... más o menos) jamás sintieron simpatía por esos socialistas a los que un día odiaron y a los que nunca votaron, pero hoy les consideran grandes estadistas. ¡Cuanta desvergüenza!
Estos conservadores pata negra (más o menos), reservan sus gruesas y habituales descalificaciones para los socialistas actuales a quienes siguen denominando social-comunistas, filo-etarras, chavistas. Si un día gritaban 'Váyase, señor González' (Aznar podía pasar al listado de los zafios por ello), más tarde chillaban 'que te vote Txapote' acogiendo como lema electoral a un terrorista condenado y elevaron a jaculatoria mariana lo de 'hijo de la gran fruta'. Con los insultos, amenazas, la difusión de bulos y falsas acusaciones, el objetivo de la derecha política, mediática y judicial era y es crear un clima cívico y político corrosivo. Lo resumía un conservador comentarista local: los socialistas quieren avanzar en un proyecto de achicar espacios de libertad y pluralismo.
Me afilié al PSOE antes de su legalización, le voté tan pronto como pude, he vivido sus travesías políticas y sus adaptaciones ideológicas, tratando de evitar posturas estériles y pensando más en el pragmatismo que en las catacumbas. Soy un socialista de ayer (y de hoy) que, en lo posible, evita molestar y que no abandona su escepticismo y un sentido irónico ante la vida. Evité que los éxitos electorales como los de las generales de 1982 o al Parlamento Europeo en 1987 me llevaran a olvidar la realidad, y traté de que las derrotas electorales no me condujeran al abismo de la melancolía.
Prefiero la duda al dogma y desde la pasión por la libertad, me molestan la mezquindad, el sectarismo, la autocomplacencia estéril y la ausencia de sentido crítico. Me niego a contribuir a crear una sociedad donde la verdad no importe, donde se admita como legítimo el insulto y se use la mentira para descalificar al adversario político. La política no es la destrucción del contrario.
Por cierto, ¿cuándo comenzó esta polarización? Una mayoría opina que el aplauso por el bloqueo y la satisfacción por el conflicto, comienzan con la respuesta de Aznar cuando los atentados del 11M. Han pasado veinte años desde aquel 2004 y no se ha superado la irresponsable fragmentación que se introdujo en la sociedad por quien ocupaba entonces la Moncloa, quien hablaba catalán en la intimidad, se contagió del acento texano cuando visitó a George W. Bush y definió a ETA como Movimiento Vasco de Liberación. Aznar aquel día sembró dudas en la sociedad sobre la autoría del cruel atentado y comenzó a cimentar una teoría de la conspiración que no ha abandonado desde entonces: «Creo que los que idearon el atentado del 11M no están ni en desiertos remotos ni en montañas lejanas». Con el apoyo de la fundación que preside, y la colaboración de unos pocos 'plumillas', supo crear y liderar a un grupo de discípulos expertos en intimidar a periodistas y a medios de comunicación. Mantuvo su relato, jamás corrigió su mentira y la aireó para contaminar la convivencia y poner en duda la legitimidad del gobierno de Rodríguez Zapatero, igual que Feijóo pone en duda la legitimidad del gobierno de Sánchez. ¿De qué se ríe siempre el Sr. Aznar? No habían leído la novela 'Número Cero' de Umberto Eco, pero actuaron como si alguien les hubiera resumido una parte del argumento.
La unión entre la derecha y la extrema derecha ha conducido a los actuales momentos de la política española con los que soñó Aznar. ¿Por qué no aconseja a Feijóo que cumpla la Constitución y facilite la renovación del Consejo General del Poder Judicial?
La sociedad española superará la estrategia diseñada por Vox y el PP de cómo pervertir las relaciones políticas, cómo contaminar los espacios públicos, como deslegitimar al adversario, como intoxicar a la opinión pública con bulos interesados, cómo construir una realidad alternativa y cómo perseguir a quien discrepe de esa realidad ficticia. Han destruido los puentes necesarios para unir o dialogar, pero no importa, porque los que deambulamos por esos puentes, no somos españoles de bien. En la mentalidad de otro comentarista local, quienes no somos españoles de bien, somos 'alabarderos'. El insulto se impone al debate.
¿Es admisible lo del juez Peinado obviando la Ley de Enjuiciamiento Criminal que le obliga a abstenerse de enjuiciar hechos basados en falsedades? ¿Es correcto lo que hace el caduco Consejo General del Poder Judicial que no advierte a ese juez de la doctrina del Tribunal Supremo de que no puede construir un relato de hechos punibles sobre simples recortes de prensa?
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.