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Las elecciones más importantes desde que en 1983 Argentina recuperó la democracia. Sergio Massa, que en la 1ª vuelta obtenía el 37 de los votos, se presentaba como el garante de mantener lo construido en los últimos 40 años y Javier Milei, que sumó el ... 30% de los votos, prometía dinamitar lo establecido en una 'guerra cultural' sin opción posible. Las elecciones se manifestaban como opciones entre dos modelos de país: democracia o autoritarismo.
Las elecciones se dirimían en la segunda vuelta entre el ultraliberal y derechista Javier Milei, que defiende reducir el gasto social al mínimo, que «pasa por alto las complejidades de las economías modernas» y que hizo suyo el grito de los manifestantes de 2021 «que se vayan todos», y Sergio Massa, el ministro de Economía, defensor de los consensos básicos de la sociedad y la democracia en Argentina, al que se le identifica con un modelo político que no ha resuelto los problemas.
Massa quiso distanciarse de la liturgia peronista presentándose como un hombre abierto al diálogo. En su campaña han estado ausentes el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Ha intentado fidelizar el voto peronista, intentando decir también que votar a Masa no era votar al peronismo histórico.
Milei ataca esos consensos básicos de la democracia; es partidario de la libre tenencia de armas y de poner fin de las ayudas sociales. Quiere terminar con la sanidad y la educación públicas, con la financiación de las universidades y se manifiesta favorable a privatizar el sistema de pensiones y liberalizar el comercio de aranceles. Negacionista de la dictadura que gobernó Argentina entre 1976 y 1983, su mensaje es la dolarización de la economía argentina dinamitando el Banco Central. Se ofreció al votante desesperado por los fracasos económicos y sociales del kirchnerismo en Argentina.
Pero Milei no tiene estructura de partido ni apoyos suficientes en la Cámara de Diputados donde La Libertad Avanza tiene 38 escaños de 257 y cuenta en el Senado con 8 miembros de 72. No tiene poder territorial porque ninguna de las 24 provincias argentinas está gobernada por su coalición. Milei y sus aliados están obligados a negociar, salvo que opten por empantanar la acción política por falta de cooperación institucional o se dejen llevar hacia una deriva autoritaria.
En la segunda vuelta electoral Milei ha contado con el apoyo expreso de Patricia Bullrich y de Mauricio Macri rompiendo las alianzas históricas del centro derecha en Argentina. Al ofrecerle los millones de votos que obtuvieron en la primera vuelta trataban de blanquear la imagen agresiva y acomplejada del Milei de la motosierra. Todo ello para finalmente nombrar ministro de Economía a Luis Caputo, responsable de las Finanzas con Mauricio Macri entre 2015 y 2018, que, de momento, aparca la dolarización de la economía, dejará de emitir moneda, recortará gasto público, privatizará empresas públicas y reducirá subsidios y ayudas.
Milei pertenece a la internacional reaccionaria que, con diferentes tonos, se abre paso en el mundo. Si Reino Unido voto el 'Brexit', si los Estados Unidos hicieron presidente a Trump... ¿por qué los argentinos no van a votar a esta figura estrafalaria? Los autodenominados liberales, que manosean la palabra libertad en sus discursos y comentarios, aplauden la victoria de Milei, mientras que los demócratas, no precisamente peronistas, se sienten preocupados y bastante desolados. No se puede utilizar la palabra libertad para construir muros y distanciarse del adversario político, del diferente social o del disidente cultural.
La actual crisis económica argentina comenzó en 2018 con la presidencia de Mauricio Macri y se agudizó con Alberto Fernández presidente durante la pandemia del coronavirus, con la peor sequía de los últimos cincuenta años y en un entorno de fuerte inflación.
Quizá la economía argentina pueda ir mejor en un futuro inmediato, porque aumentarán las exportaciones en cómputo anual, porque disminuirán los vencimientos de deuda exigidos por el Fondo Monetario Internacional y porque los ajustes fiscales y las privatizaciones suelen entusiasmar a los mercados. Las empresas extranjeras presentes en el país, entre ellas bastantes españolas, esperan estabilidad macroeconómica y seguridad jurídica.
No es fácil aceptar a personajes que plantean soluciones simplistas para problemas complejos y que al alcanzar responsabilidades de gobierno hablan de «los zurdos de mierda», que la justicia social es una aberración y gritan «viva la libertad carajo». La relación de Milei con Vox se articula en base a su vicepresidenta Victoria Villarruel, partidaria de dar «la batalla cultural» a la izquierda y de blanquear las dictaduras argentinas.
Si para alguien la libertad significa poder tomar cañas en Madrid ¿qué significará para un esperpéntico Milei? ¿Estarán los argentinos dispuestos a renunciar a un Estado protector, a la sanidad y la educación públicas, a su vocación cívica, a sus puestos de trabajo en la Administración, a abandonar Mercosur, a admitir que la dictadura militar fue una anécdota, a dinamitar su Banco Central, a obviar los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional?
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