Secciones
Servicios
Destacamos
Era relevante el resultado electoral del pasado 9 de junio, porque nos afectan las respuestas de la Unión Europea a la agresión rusa a Ucrania y a la guerra en Gaza; porque seguramente hemos controlado la inflación, pero se mantienen las dificultades para crecer económicamente ... y consolidar ese crecimiento. Porque es en la Unión Europea donde se deciden nuestras inversiones en defensa, cómo se desarrolla la necesaria transición ecológica, cómo se define la distribución de los fondos de la Política Agrícola Común, cómo afrontamos la competitividad de nuestras economías frente a China y Estados Unidos, cómo resolvemos las posibles distorsiones de la competencia en un mercado único, cómo respondemos a los movimientos migratorios, cómo superamos las desigualdades o favorecemos el acceso a una vivienda digna; cómo atacamos con rigor a los populismos más reaccionarios cuyos objetivos son la desaparición de las políticas públicas, la anulación de la protección social y la reducción del Estado a su mínima expresión.
¿Responden las políticas europeas a los desafíos que nos afectan como ciudadanos? La Unión Europea resistió a las consecuencias sociales y económicas en la crisis económica y financiera de 2008, al 'Brexit' de 2016, a la pandemia del covid en 2020, a la agresión rusa en Ucrania y a la inflación en 2023. En esos momentos de dificultades colectivas, la Unión Europea ha intentado mantener buenas dosis de cohesión, aunque a la crisis de 2008 la UE no respondió con solidaridad y fue timorata cuando la crisis de los refugiados en 2015.
Quienes creemos en el proyecto europeo hemos recordado que los valores de la Unión Europea son la defensa de la democracia, la libertad y la igualdad; el respeto al Estado de Derecho, a la dignidad, a la justicia social y a los derechos humanos; el compromiso con el Estado del bienestar, con la solidaridad y la protección entre los Estados miembros. Insistimos en profundizar en esos valores, porque vemos cómo algunas organizaciones políticas atacan esos principios sobre los que se sustenta el proyecto europeo, pretendiendo renacionalizar determinadas políticas comunes, tratando de hacer quebrar el proyecto de integración generando inestabilidad y restando competencias a las propias instituciones europeas.
El objetivo de la extrema derecha europea en la que se inserta la derecha extrema española ya no es romper con la Unión Europea, sino desmantelarla desde dentro, eliminando las políticas comunes en justicia, en medio ambiente, ámbito social y cambio climático fulminando el pacto verde, haciendo desaparecer la política exterior de la Unión, eliminando del ámbito comunitario las políticas de inmigración, la protección de los derechos de las minorías o el activismo LGTBI, borrando las políticas de cohesión o suprimiendo la firma de acuerdos comerciales con terceros países.
No está agotado el proyecto europeo, porque no se han agotado las ideas y los valores sobre los que se fraguó lo que un día plantearon, entre otros, Jean Monet, Alcide de Gasperi, Paul Henri Spaak y Robert Schuman. Quizá haya que recordar lo que en 2021 dijo el primer ministro belga, el liberal Alexander de Croo: «La Unión Europea es una unión de valores; no es un cajero automático».
El relato de la extrema derecha, falto de ideas y de sentido, quiere hacer naufragar un proceso de integración construido en el tiempo, y con la mayor seguridad posible para que fuera un proyecto sostenible. Es la extrema derecha la que defiende una identidad cristiana como algo sustancial a la política europea, la que trata de borrar las políticas de género, dejar a un lado eso de la diversidad, restar poder a las instituciones europeas, recuperar una Europa de naciones con fronteras cerradas que rechacen al inmigrante sobre todo si es árabe, islamista o de color y cuestionar las políticas de cohesión. El ideal europeo para estos extremistas, tan ignorantes como pretendidamente expansivos, es una Europa de personas blancas, cristianas, heterosexuales y poco dadas a la reflexión y la lectura.
Han pasado tan solo unas décadas y parecen olvidadas las lecciones derivadas de la II Guerra Mundial y lo que significó el Tratado de Roma firmado en 1957. No debiéramos olvidar que la Unión Europea es un proyecto en construcción permanente; un modelo de bienestar propio con un compromiso compartido a favor de la libertad, la paz y la democracia. Por eso, el ideal iniciado por los seis países fundadores fue atractivo y hoy, tras sucesivas ampliaciones, somos 27 los Estados que nos hemos integrado en la actual Unión Europea que necesita un nuevo y significativo impulso político sin sacar nuevos conejos de la chistera, sino demostrando que es capaz de hacer aquello en lo que cree y para lo que se creó. La Unión Europea tiene sus fortalezas, pero también fragilidades y por ello es un proyecto que necesita ser defendido.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.