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Emplear vías legales como las medidas de gracia para tratar de solucionar problemas no supone que el Estado acepte ser responsable de actos cometidos por personas con nombre y apellidos y posibles candidatos a esas medidas de gracia. La amnistía, que no es amnesia, afectará ... a hechos concretos y a personas determinadas; no modificará el código penal; borrará la responsabilidad penal pero no derogará los delitos, porque lo que se hizo hecho está y no se puede alterar la realidad.
En un partido político como el PSOE, con 150 años de historia, activo en todos los acontecimientos de nuestra última historia, son normales las diferencias sobre algunos contenidos de su acción política y sobre cómo relacionarse con otras fuerzas políticas.
Un Feijóo hiperbólico, amargado y rencoroso, que dice exigir «en nombre de España», sigue sin aceptar el resultado electoral del 23 de julio cuando sus encuestadores le anunciaban suficientes escaños para gobernar.
No quiso entender que nuestro sistema institucional es parlamentario y gobierna quien consigue los apoyos necesarios en el Congreso y para ello son necesarios acuerdos sobre programas inicialmente diferentes.
Si el PSOE dice que el instrumento para superar tensiones derivadas del 'procés' en Cataluña es el diálogo y el marco jurídico la concesión de una amnistía, todo ello dentro de la Constitución, para el PP es una traición a los españoles, una ruptura de la igualdad, un golpe de Estado…, Y llama a la movilización con las bendiciones de algunos obispos. Pero si el PP hubiera hecho lo mismo hablaríamos de diálogo constitucional y el PP sería elevado a los altares del patriotismo pata negra.
La pizpireta Sra. Ayuso, líder del nacionalismo conservador español, que ha hecho de la Comunidad Autónoma de Madrid el mejor cortijo político para tomar cañas, ha dicho que la investidura de Pedro Sánchez nos mete directamente en una dictadura, sin pararse a pensar que en una dictadura ella solo abriría la boca para comer fruta. Y Feijóo, en un tono similar al de Abascal, ya ha comparado los acuerdos para la investidura con el golpe de Estado del 23F, con el terrorismo de ETA y que el sanchismo desafía a la democracia, a la Constitución y al Estado de derecho.
Nunca sabremos lo que piensa un ciudadano patriota y ejemplar como el Sr. Aznar de los ataques a las sedes del PSOE. Aznar, en tono mayestático, clama contra las concesiones que Sánchez hace a los independentistas y pide que «el que pueda hacer que haga» y Feijóo secunda al maestro y aplauden las manifestaciones vespertinas orquestadas por casposos miembros de la extrema derecha. Si el Sr. Feijóo calló de forma vergonzante cuando sus fieles gritaban «que te vote txapote», es normal que haya guardado silencio ante las manifestaciones ilegales frente a las sedes del PSOE. Quien no ha sido capaz de encontrar apoyos en el Parlamento busca el aliento de las masas en la calle. Las actitudes de los conservadores españoles solo conducen a degradar la vida política y terminarán por amenazar la convivencia; cuando el lenguaje se exagera, pierden valor los argumentos.
Voces procedentes de la judicatura se pronunciaron contra la amnistía, cuando la proposición de ley no se había presentado, con una evidente falta de respeto al poder legislativo, sin valorar que serán los jueces quienes aplicarán la ley si finalmente es aprobada por el Parlamento y que sobre su constitucionalidad deberá pronunciarse el Tribunal Constitucional. Los primeros en pronunciarse de forma extravagante contra la amnistía fueron unos vocales del Consejo General del Poder Judicial que llevan años con su mandato caducado.
El contenido de la proposición de Ley de amnistía puede ser criticable, pero sujeta al debate del legislativo es legítima. La aplicación de la amnistía es una operación excepcional y por ello debe ser razonada y razonable, justificada y rigurosa y será una decisión necesaria (aunque poco agradable) si colabora a garantizar la estabilidad constitucional.
El acuerdo del PSOE y Junts (poco acertado en algunos contenidos, pero sin cláusulas secretas) hubiera debido recordar que la Constitución de 1978 se aprobó en Cataluña por el 90,5% de los votos emitidos en el referéndum.
Si el madrileñismo cañí y friki no representa a España, el independentismo no representa en exclusiva a Cataluña. Sería más fácil entender la amnistía si el independentismo renunciara a la unilateralidad; no que abandone sus ideas, sino que rechace la vía unilateral por inconstitucional y de esa manera apoyar una honesta reconciliación.
Durante la actual legislatura la oposición solo hablará de la amnistía. Entiendo que con los independentistas o sin ellos, los objetivos de la sociedad española para los próximos años serán los de avanzar en el bienestar, la igualdad, la cohesión social y territorial, la justicia y la libertad. Si avanzamos en esa dirección, la ley de amnistía habrá merecido la pena.
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