Secciones
Servicios
Destacamos
El PSOE, como todos los partidos socialdemócratas, ha debido actualizar su bagaje ideológico al evolucionar las circunstancias históricas, sin que ello haya supuesto abandonar la identificación de la socialdemocracia con la profundización de la democracia, la consolidación del Estado de bienestar, la apuesta por los ... derechos civiles, políticos y sociales, es decir, la defensa de la libertad y la justicia, el desarrollo de una fiscalidad progresiva y la igualdad como eje vertebrador de las políticas públicas.
La socialdemocracia es un proyecto de vocación mayoritaria, porque quiere ser útil a una sociedad que exige respuestas a los problemas y actúa en el marco de la democracia parlamentaria, conjugando la intervención necesaria y la iniciativa posible, aceptando la economía de mercado como marco donde atender, desde la solidaridad compartida, los intereses de los sectores más amplios y, en ocasiones, los más débiles de la sociedad.
La socialdemocracia se prestigia y se hace fuerte cuando crece la economía, se crea empleo y disminuyen las desigualdades y defiende un Estado democrático fuerte porque es ahí donde, desde una economía saneada, con la regulación necesaria desde la política, se garantiza la universalización de la sanidad, la educación y las pensiones.
Perdió apoyos electorales en de los años setenta porque sus políticas habían sido útiles en momentos de normalidad económica y se había creado empleo y bienestar con políticas redistributivas. Pero la crisis del petróleo de 1973 con motivo de la guerra del Yom Kipur y la de 1979 originada por la revolución iraní, y la guerra entre Irán e Irak, produjeron un impacto en los países occidentales cuya más grave expresión fue la inflación, que en España superó el 20%, y las políticas socialdemócratas de inspiración keynesiana se sorprendieron y no respondieron a la crisis con acierto.
La crisis de la socialdemocracia se agudiza cuando se imponen las ideas conservadoras de Reagan y Thatcher. La respuesta desde la 'tercera vía' del nuevo laborismo del británico Tony Blair y el alemán Gerhard Schröder trataban de compatibilizar políticas económicas conservadoras con políticas sociales progresistas. El equilibrio buscado resultó complicado y terminó inclinándose hacia el lado conservador, abandonando espacios donde se hacía útil la intervención del Estado.
La recesión económica de 2008 acrecentó el debate y el desconcierto dentro del movimiento socialdemócrata, aceptando en algunos casos las políticas de austeridad para superar la crisis, mientras parte del voto obrero se desviaba hacia opciones de extrema derecha que basaban su acción política en la defensa de la seguridad y la identidad nacional y cómo profesionales de formación liberal apoyaban opciones situadas a la izquierda de la socialdemocracia.
Pasado el desconcierto, la izquierda que representa el socialismo democrático volvía a pensar en Keynes, en una regulación que no ahogara la iniciativa privada, en una fiscalidad progresiva para financiar los servicios públicos, en recuperar la utilidad del Estado de bienestar, en atender las demandas del feminismo clásico y en la inclusión de las reivindicaciones ecologistas en su agenda política.
La socialdemocracia, desde su ideología reformista, es consciente de que solo recuperando la confianza de la mayoría gobernará y demostrará su utilidad. La socialdemocracia parece haber aprendido de lo sucedido en la recesión de 2008 y con ese aprendizaje se han recompuesto los escudos sociales y el intervencionismo más selectivo para enfrentarse a las nuevas crisis derivadas del covid 19 y del brutal ataque de Rusia a Ucrania.
Somos conscientes de que la sanidad, las pensiones, la educación, los servicios sociales y la protección ante la enfermedad y el desempleo, resultan caros. Si queremos mantener un sistema público de protección y una sociedad que otorgue determinadas garantías ante los problemas que surgen, debiéramos saber que ello no se logra predicando una bajada generalizada de impuestos, salvo que deseemos una sociedad donde quien marque el presente y el futuro sea la desregulación y una presencia residual de lo público.
Si creemos y defendemos la autonomía local y regional también ahí son posibles y deseables las políticas socialdemócratas. Dentro de apenas unas semanas los ciudadanos decidiremos con nuestro voto si defendemos una sociedad inclusiva, el progreso, el bienestar y el empleo, desde la colaboración institucional y la cooperación entre la iniciativa pública y la privada.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.