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Parafraseando a Dürrenmatt, tener que demostrar lo evidente es propio de estos tiempos que cogen el rábano por las hojas, aunque la raíz permanezca bajo tierra. Porque parece evidente que deberían salir del olvido, sin estridencias, pero con justicia, las víctimas de la guerra civil ... que siguen enterradas en las fosas del odio. El falso mensaje de que hay cosas que no le interesan a nadie y es mejor dejarlas como están ha calado en nosotros cual gota china hasta conducirnos al silencio de los corderos. Favoreciendo ese movimiento de inmovilidad, VOX y PP se han puesto de acuerdo en nuestro parlamento regional para derogar la Ley de Memoria Histórica y Democrática. De raza le viene al galgo. No conviene olvidar que Rafael Hernando dijo en su día que algunos solo se acordaban de su padre «cuando había subvenciones para encontrarlo», ni que Mariano Rajoy empleó «cero euros» en la aplicación de la ley de memoria. Con respecto a la nuestra, Leticia Díaz pidió su extinción asegurando que «es una ley de revancha, que omite a una parte de las víctimas». Íñigo Fernández aseguró que es «parcial, sectaria, caprichosa» y fue desarrollada para «enfrentar a los cántabros».

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