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Visitando este fin de semana el corazón de Cantabria con un grupo de amigos (Carmona, Tudanca, Polaciones, Piedrasluengas…), pudimos charlar sobre una tradición no corroborada, ... pero que ha hecho fortuna: el trazado de las carreteras de montaña lo perfilaban antaño los burros. Y observando desde lo alto del embalse de La Cohilla las vueltas y revueltas que traza el camino, hoz de Bejo arriba (Unamuno comparó este paisaje con la «puerta fatídica e imponente del otro mundo, de ultratumba» de 'La Divina Comedia'), imaginamos a los asnos, bien cargadas sus alforjas, dibujando trochas y delineando cortaduras para hacer menos costoso su avance. Aunque sea leyenda, lo cierto es que todas esas carreteras habían surgido de la necesidad de las gentes de buscar conexión con otros valles para intercambiar productos. Eran caminos imprescindibles que facilitaban la comunicación y el comercio.

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