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La derecha trascordada gobierna Santander desde la restauración democrática, aunque pudo escribirse otro relato. La derecha sin memoria olvida que el PRC hizo posible el despegue de la carrera política de Juan Hormaechea –entonces en la UCD– una vez celebradas en 1979 las primeras elecciones ... municipales en libertad. Todos los regidores militaron en la derecha en los cuarenta y cuatro años siguientes, pero era factible que el primer alcalde del Santander posdictadura fuera un socialista, Jesús Cabezón, a quien le salían las cuentas con el pacto de los partidos de izquierda y un hipotético apoyo regionalista. Revilla tuvo en su mano dejar a Hormaechea como simple concejal. La historia de la ciudad hubiera cambiado y de qué manera, pero el PRC votó a su propio candidato, Hormaechea resultó elegido y nunca un aspirante distinto al presentado por la derecha ha tenido serias posibilidades de éxito.
Santander vota conservador, como lo hace también Cantabria. Entre el PRC y el PP copan lo importante, mientras el PSOE, que llegó a presidir la comunidad con Jaime Blanco, y decidió inmolarse hace dos décadas a cambio de cotas de poder, tres o cuatro consejerías, la vicepresidencia y otras regalías para sus dirigentes, no tiene más expectativa electoral que la de conformarse con el tercer puesto, sin ninguna opción de resultados notables. Santander suele mirar a las urnas desde solo una parte de la derecha, la del PP, y se resiste a entregarse a la otra, la regionalista, por la razón que sea. Tras el mandato de Hormaechea, alcalde antes y después de la cita electoral, llegaron Manuel Huerta, Gonzalo Piñeiro, Íñigo de la Serna, César Díaz –de forma interina durante un corto espacio de tiempo– y Gema Igual, actualmente en el cargo, la primera mujer alcaldesa de la capital de Cantabria.
Hubo en Santander alcaldes largos y alcaldes muy breves, quienes se eternizaron al frente de la Casona y quienes ni siquiera ocuparon el despacho porque los cesaron cuando subían las escaleras. Entre los alcaldes de la actual etapa democrática fue Gonzalo Piñeiro el de mayor duración. Estuvo doce años, tres legislaturas, entre 1995 y 2007. Nada que ver con los veintiuno de Manuel González Mesones, el médico de Arenas de Iguña que da nombre al parque de El Sardinero. Pero esta prolongada permanencia, de 1946 a 1967, carece de mayor mérito porque a los alcaldes franquistas los nombraba a dedo la autoridad competente. Por el lado contrario, no será fácil batir la marca establecida en 1936 por Ernesto Alday. Estalló la Guerra Civil y apenas duró veinticuatro horas. Gema Igual pretende ahora la reelección, si bien la mayoría absoluta que persigue, aunque no imposible, parece cosa del pasado.
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