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En la biblioteca de treinta y dos mil volúmenes de Arturo Pérez-Reverte, junto a sus propias novelas y obras de Conrad, Stendhal, Homero, Galdós o Cervantes, no faltan las aventuras fantásticas creadas por Víctor Mora, Ibáñez, Hergé, Goscinny, Quino o Fontanarrosa. En sus estantes ... figuran títulos universales, pero aunque 'La línea de sombra', 'La cartuja de Parma', 'La Odisea', 'Fortunata y Jacinta' o 'El Quijote' ocupen lugares preferentes, aún queda sitio para 'El Capitán Trueno', 'El Jabato', 'Mortadelo y Filemón', 'Tintín', 'Astérix', 'Mafalda' o 'Inodoro Pereyra'. Como otros escritores, Pérez-Reverte encontró en los tebeos infantiles el inicio del camino hacia el periodismo y la literatura, al igual que Javier Marías, quien nunca llamó cómics a los tebeos, o García Márquez, Cortázar y Vargas Llosa, protagonistas ellos mismos de algunas de estas historias narradas en viñetas.
Los tebeos, en especial aquellos que inundaron los quioscos españoles en la segunda mitad del siglo pasado, con textos de calidad y cuidadas ilustraciones, contribuyeron de una forma notable a despertar el interés de los niños por la lectura. No era una opinión generalizada en esa época, aunque había docentes en la escuela pública, por suerte, que así lo creían. Según contaba don Proto –era su nombre real, qué le vamos a hacer–, en una ocasión vio a uno de sus alumnos tratando de esconder algo bajo el pupitre. «¿Qué guardas ahí?», le preguntó. El niño, azorado, mostró un tebeo por respuesta. La clase esperaba quizá una reprimenda, pero el maestro sonrió. «Hombre, 'Pulgarcito', una excelente elección». Si muchos años más tarde el entrenador Luis Aragonés explicaba que en el fútbol solo sirve «ganar, ganar y ganar», don Proto entendía que la formación primera pasa por «leer, leer y leer».
Sostenía, además, que la lectura debe adecuarse a la edad. A los libros, y a la literatura en general, se llega por lugares diversos, y uno de ellos es el de aprender divirtiéndose. Tal fue el placer de pasar horas y horas con aquellos tebeos, ya desaparecidos, algunos de los cuales conservo y releo. La generación de Pérez-Reverte creció, o crecimos, con 'El Guerrero del Antifaz', 'Hazañas Bélicas', 'Roberto Alcázar y Pedrín', los inventos del TBO (de donde procede el nombre genérico), Rompetechos, Anacleto, Gordito Relleno, Carioco, Carpanta, las hermanas Gilda, doña Urraca, Zipi y Zape, el abuelo Cebolleta, la familia Ulises y el reporter Tribulete. Las niñas, como nosotros, también leían 'DDT', 'Tiovivo' o 'Pulgarcito', pero se editaban tebeos específicos, entre los que 'Azucena', 'Florita', 'Lilian' y 'Esther' gozaban de la mayor aceptación. Para los adolescentes, José Mallorquí y Marcial Lafuente Estefanía. Para las jovencitas, Corín Tellado. Esto leíamos, aquí estamos, y no nos ha ido tan mal.
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