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Si José Luis López Vázquez hubiera nacido en uno de los países de habla inglesa resistiría la comparación con actores de la talla de Lemon, ... Atkinson, Carrey, Williams, Murphy, Sellers, Lewis y los cómicos más relevantes de la cinematografía mundial, algunos de los cuales triunfaron también en roles dramáticos. López Vázquez, uno de los grandes, fue protagonista de películas de culto –'Plácido', 'La cabina', 'Mi querida señorita'– y de otros títulos que son historia del cine español. En 'Atraco a las tres', una de sus histriónicas frases traspasó la pantalla y la adoptó el pueblo como muestra simpática de la máxima adulación, dirigida en este caso a la cantante de un club nocturno de figura notable, pero igualmente válida para escenarios distintos y personajes de altura. El adiós caballeroso hace seis décadas de «a sus pies» dio paso a la desmesura de «un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo».
Los partidos políticos españoles son democráticos porque, por fortuna, no pueden dejar de serlo en el contexto actual. Pero en el PSOE y en el PP, en Vox y en Podemos, en la derecha extrema y en la izquierda radical –con excepciones que confirman la regla– asoman los tics autoritarios y añorantes de la dictadura en sus relaciones con los medios informativos. Al igual que el franquismo, los partidos de hoy temen a la libertad y tratan de imponer la censura previa. Decía Freud que la humanidad progresa «porque ahora solamente queman mis libros y en otras épocas me hubieran quemado a mí», y si bien la tirada de un periódico ya no puede secuestrarse por el capricho del poder, el intento de control se manifiesta de manera diferente, convocando ruedas de prensa sin admitir preguntas, con la demanda de un cuestionario en la entrevista a cualquier mindundi o la exigencia de la entrega del texto para revisarlo.
Un estadista como Thomas Jefferson, tercer presidente de los Estados Unidos, prefería para su país «periódicos sin Gobierno a un Gobierno sin periódicos». Un totalitario como Pablo Iglesias considera que «los medios de comunicación tienen que tener mecanismos de control público». Pero ese control ya lo ejercían Franco, Hitler y Stalin. Ante el atentado contra la libertad de prensa –conocimiento previo de lo que se va a preguntar, revisión de lo escrito para excluir lo inconveniente– solo existen dos alternativas. La primera, seguida por los verdaderos periodistas, consiste en negarse en redondo, sea cual sea el resultado. La segunda, aceptada por otros, conduce al desprestigio profesional. Porque en esa tesitura, más frecuente de lo que parece, quien está frente a un ministro o un líder político ya no es un periodista sino el Fernando Galindo (López Vázquez) de 'Atraco a las tres': «un esclavo, un siervo».
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Ana del Castillo
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