

Secciones
Servicios
Destacamos
Cuando se habla de las virtudes que deben conformar la personalidad de los humanos se cita, con la fuerza de lo obvio, la sinceridad. Si ... se estudia, aunque sea someramente, la historia es fácil comprobar que la sinceridad debe graduarse con mucho tino, porque si abundamos en ella provocaremos un fuerte rechazo social y si, por el contrario, no aplicamos las dosis adecuadas pecaremos de oscurantismo e hipocresía. La figura del escritor Jesús Pardo de Santayana (Torrelavega, 5 de mayo de 1927-Madrid, 22 de mayo de 2020) dibuja, de manera casi magistral, los inconvenientes que conlleva la sinceridad radical.
En las conversaciones sociales abundan quienes piden a sus interlocutores que digan la verdad. Lo cierto es que, salvo a una minoría apenas perceptible, a nadie le agrada que pongan de relieve sus defectos o consideren de poco mérito alguna de sus obras. La buena educación consiste en practicar, con elegancia, la reserva mental y no revelar el criterio propio sobre amigos, colegas y conocidos. El glosario de la educación y las buenas maneras se basa precisamente en no caer en la tentación de hablar con plena sinceridad cuando un colega pregunta sobre algún asunto en el que la respuesta debe ser -si fuera propia de quien habla con verdad- negativa.
Jesús Pardo ha sido un ejemplo de la gruesa factura que pagan quienes escriben con plena sinceridad y sin el freno de la piedad acerca de sus congéneres. Pardo es, para mi gusto, uno de los grandes escritores españoles del siglo XX y de los albores del XXI. Además, su retrato de Santander es de gran belleza y, al mismo tiempo, ofrece una visión que aborda sin paños calientes el paisanaje de la ciudad. Si hubiera que seleccionar una novela que reflejara con inspiración poética y, en paralelo, con una visión casi cruel de la capital de Cantabria, esa sería 'Ahora es preciso morir'.
La descripción del Sardinero de la tercera y cuarta década del siglo XX es una obra maestra. El autor se basa en las imágenes conservadas de su infancia y construye una novela proustiana sobre la casa de su tía Curra y una ciudad en la que El Sardinero no formaba parte esencial de la urbe, sino que era un territorio semisalvaje. La crudeza con la que describe a los diferentes personajes que habitan en su prosa, le crearon a Pardo un fuerte rechazo en Santander. A este periodista, poeta y novelista cántabro le redime, creo que completamente, de su excesiva sinceridad el que es más cruel y descarnado consigo mismo, que con sus familiares y amigos.
La propia biografía de Pardo es singular, alocada y regada por el inmenso talento de este cántabro universal. Criado en El Sardinero, con su tía Curra, hereda un buen dinero cuando su tía y segunda madre fallece. Pardo toma el dinero y se instala en Madrid, en el hotel Ritz porque era el establecimiento en el que había oído se alojaba su tío Polo. Cuando el dinero recibido por herencia amenazaba agotarse se trasladó a la mucho más barata pensión Jienense (en su obra 'Autorretrato sin retoques' aparece como Jeniense) y cuando ya se agotaron las reservas financieras, buscó trabajo y fue contratado por Juan Aparicio como traductor de inglés y francés. Y ahí comenzó su nueva vida en la que el periodismo, la poesía y el memorialismo han sido sus señas de identidad. Y siempre con una virtud poco común: su extraordinaria capacidad para aprender idiomas. Si ha habido políglotas en España, sin duda, Jesús Pardo se ubica a la cabeza de los más brillantes.
La obra de Pardo está publicada y al alcance de quienes quieran conocer a este escritor, pero aun hay trabajos suyos no publicados. Uno de ellos, que me parece de gran interés, es un diario que aparece en revista literaria Iria Flavia en el año 2000 y que Pardo tituló 'Noctuario'. Son reflexiones breves, apuntes a vuelapluma que permiten un acercamiento al pensamiento de este sardinerino universal, viajero impenitente y sincero hasta la nausea. Me llega ese ejemplar de la revista de Camilo José Cela a través de Luis Alberto Salcines, un verdadero promotor cultural de Cantabria, que mantuvo una estrecha y buena relación con Pardo. La conferencia de Salcines el pasado jueves 28 de mayo en el Ateneo, a través de la página web, ha sido un homenaje en toda regla al periodista santanderino.
A ese diario le faltan las páginas que, sin duda, ha dejado escritas Pardo desde el año 2000 hasta el momento de su fallecimiento. Recuperar sus escritos y publicarlos sería una forma de reconocer la importancia de este escritor que pasa a la nómina de malditos, en su caso, por decir siempre lo que piensa. Por otra parte, el Ayuntamiento de Santander bien podría recordar a este escritor dedicándole una calle en El Sardinero, porque nadie como él ha escrito con tanto sentimiento sobre ese barrio de la capital, que cuando Pardo era niño quedaba muy alejado del centro y que, con el paso de los años, ha cobrado importancia y centralidad.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.