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Vivimos tiempos donde si uno sigue las sesiones del Congreso, o atiende a los debates políticos, cualquiera diría que en este país las gentes estamos en desacuerdo en todo, y que somos incapaces de vivir en comunidad, con el mínimo grado de cohesión social e ... integración que cualquier sociedad necesita para que los ciudadanos puedan vivir en paz, y desarrollar cada cual su vida.
Sin embargo, si atendemos al día a día, en los puestos de trabajo, en las empresas, en los restaurantes, en las terrazas, en las tiendas y en todos los foros donde se interactúa, lo que uno ve es todo lo contrario. La ciudadanía en general está desarrollando sus vidas con total normalidad, y lo que quiere es poder vivir y prosperar cada uno a su manera, y según sus propias circunstancias. La gente no está en la bronca, ni en la constante división y alejamiento. La gente está en sus cosas y quiere en general paz y seguridad. Los más mayores estarán más preocupados porque seamos capaces de afianzar el sistema de pensiones y el de la sanidad, los menos jóvenes por seguir mejorando la conciliación laboral, los otros por asegurarles que van a poder incorporarse al mercado de trabajo y encontrar proyectos donde brillar y ganarse la vida.
Pues bien, el presente artículo trata de un tema en el que pudiera parecer que tampoco nos ponemos de acuerdo. ¿Queremos más impuestos y más recaudación o queremos menos impuestos y menos recaudación?
En mi opinión, en este debate tampoco existe realmente división entre los ciudadanos, lo que ocurre es que hay que explicar bien algunos conceptos, porque lo que sí existen son dos fórmulas para lograr, esencialmente, el mismo objetivo.
La Constitución establece que España es un Estado social de derecho, que se rige por el libre mercado. Esto es homologable a todas las democracias europeas. Es, de hecho, el único sistema que ha demostrado que funciona, y que al equilibrar dos fuerzas, la del libre mercado y la 'social', consigue los mejores frutos de ambas. Actualmente países que empezaron más escorados hacia el libre mercado, los de tradición anglosajona especialmente, están atemperando cada vez más sus sistemas con medidas de redistribución de la riqueza.
A su vez, el comunismo fracasó estrepitosamente durante el siglo XX y hasta países que todavía no son democracias como es China y otros también, están aplicando la fórmula del libre mercado con cierta intervención estatal.
En España, la gran mayoría de la ciudadanía está conforme con este modelo. Muy pocos serán quienes quieran renunciar a una sanidad publica y de calidad, a una educación pública de calidad –aunque ambas puedan coexistir con modelos privados–, al sostenimiento de las fuerzas del orden y, lo que es más importante y pesa más en nuestro presupuesto, a las políticas de redistribución de la riqueza. Estas políticas, que son las pensiones y el desempleo, son básicas para lograr una sociedad justa, donde exista una gran clase media y donde se pueda convivir en paz y en libertad.
Es verdad que puede haber un debate sobre cómo gestionar estos servicios públicos, pero ese debate no es el objeto de este artículo puesto que aquí trato de analizar el supuesto debate sobre la rebaja fiscal.
Una vez aclarado lo anterior, estaríamos de acuerdo en que no hay un debate de fondo sobre la recaudación y los servicios públicos… sino que estamos en un debate sobre cómo gestionar el modelo para lograr esa recaudación. Pues bien, aquí ya entramos en una materia más científica, donde no deberíamos dejar hueco para las opiniones, ya que los hechos, los números, hablaran por si mismos.
Los defensores de las rebajas fiscales propugnan que la recaudación es el resultado de multiplicar dos números: base imponible y tipo impositivo. Entonces, al bajar el tipo impositivo, se activa un círculo virtuoso de la economía, que al favorecer la actividad, favorecer el consumo, atraer nuevos inversores, actividades etc, consigue un aumento de los declarantes y de la cantidad a declarar; esto es, un aumento de la base imponible. Y al aumentar la base imponible aumenta la recaudación.
Como digo, esto no es materia de opinión, sino que es un dato numérico…. En el caso de Cantabria habrá que esperar y con el tiempo se podrá observar si se logra que la comunidad atraiga más inversión y más actividad y compensa las rebajas con un aumento de las bases. El resultado será un numero, una cifra y no será por tanto discutible.
Tampoco es discutible que Cantabria tiene que competir con nuestros vecinos, que al disfrutar de un régimen foral, pueden ser muy atractivos en materia fiscal. Es posible que al sacar a Cantabria del pelotón, y poco a poco ir poniéndonos entre las comunidades mas competitivas fiscalmente, unido al hecho de que disfrutamos de una tierra privilegiada por su belleza, su clima cada vez mas templado y sus gentes que sabemos somos muy queridos y apreciados por nuestros compatriotas, quizá logremos un efecto llamada para proyectos y empresas tecnológicas y punteras que nos den un nuevo empuje en este nuevo paradigma al que nos enfrentamos, la revolución digital. Este puede ser un primer paso, tímido quizá, pero todavía queda mucho por hacer si esa fuera la hoja de ruta para nuestra tierra.
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