Alivio constitucional

Porque esa era una cuestión esencial que dirimían los comicios de ayer, un test sobre la fortaleza del modelo político que consagra la Carta Magna. Más incluso que el plebiscito planteado sobre el futuro de Alberto Núñez Feijóo.

No había motivos para que el electorado gallego dejase tirado al PP, al que ha votado masivamente los últimos 15 años. Eso sí, la movilización del BNG ha sido muy poderosa, con una Ana Pontón aparentemente moderada en su nacionalismo que no será menos ambicioso que los de ERC y Bildu, sus compañeros de lista en las europeas de junio. El BNG se ha comido a toda la izquierda: al PSOE subalterno en el tercer puesto y a los irrelevantes Sumar, menudo papelón el de Yolanda Díaz, y Podemos, pero no ha sido suficiente. Enfrente, el potente PP de Alfonso Rueda, sólo ante el peligro, también el de la derecha: de Vox, que profundiza en su declive, y de Democracia Ourensana.

El PP se viene arriba en toda España, también en Cantabria, en la idea de que Galicia marcará tendencia y Feijóo refuerza su liderazgo y su objetivo de desmontar el sanchismo –Pedro Sánchez tendría que hacer alguna autocrítica. El PSOE se ha hundido en las urnas, su mejor candidato de los últimos años, Gómez Besteiro, ha obtenido el peor resultado y el trasvase de votos al BNG ni siquiera ha servido para desalojar al PP del poder. Bueno, a Sánchez el fracaso en Galicia y en otras regiones le importa lo justo. La única derrota que teme es la suya propia. Ahora le espera Junts con la amnistía.