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Después de las elecciones de Galicia, vienen las vascas de abril y las catalanas convocadas en mayo por sorpresa, las europeas de junio y a saber cuándo las generales si Pedro Sánchez no aguanta el tirón ahora que ni siquiera puede aprobar los Presupuestos. En ... medio de un ciclo electoral vertiginoso, el debate político en Cantabria trascenderá los límites autonómicos hacia el asedio del régimen de Sánchez, vulnerable por la ley de amnistía y el 'caso Koldo', pero todavía capaz de defenderse metiendo a Ayuso en la pelea en el barro de la corrupción.
Más débil que nunca por el fracaso en Galicia y el 'caso Koldo', Sánchez tuvo que arrodillarse más que nunca ante los independentistas en la negociación de una amnistía de plena impunidad, ya aprobada en el Congreso, que ni alcanza a garantizarle la estabilidad de su Gobierno.
Y cuando quedaban por abordar nuevos chantajes como el pacto fiscal, una suerte de cupo vasco para Cataluña, y pórtico de la autodeterminación, de repente, al president Aragonès le tumban los Presupuestos los Comunes, los socios de Yolanda Díaz, que de paso también se cargan las cuentas nacionales, y le dan la ocasión para convocar las elecciones catalanes con ventaja. Entre las múltiples incertidumbres, la estabilidad del Gobierno Sánchez y las variables catalanas tras las urnas, un tripartito (PSC, ERC y los Comunes) u otro pacto independentista (ERC y Junts). Tras hacer hincar la rodilla a Sánchez, Puigdemont, si fuera un torero como el padre de Ábalos, habría exigido con razón que al volver a España sus partidarios le pasearan a hombros por toda Cataluña. Pero ahora no está clara la opción de ser candidato, como quiere su partido.
Entre tantos avatares de futuro, Pedro Sánchez también tiene que atender el difícil día a día. El presidente tira de resiliencia y se crece en el castigo, presenta la amnistía como un triunfo, augura que estará al menos tres años más en el Gobierno y trata de contrarrestar los últimos golpes de la corrupción con el ventilador del fango: el rescate de las mentiras de Aznar y su Gobierno en el 11-M, hace 20 años, el trato de Feijóo con un narcotraficante hace casi 30, ambos asuntos sin mucho recorrido, y el fraude a Hacienda del novio de Ayuso, de incierto alcance, pero que como mínimo supone para el PP un tropiezo incómodo con el que se busca neutralizar la supuesta implicación de Begoña Gómez, la esposa de Sánchez, en la red corrupta.
Las expectativas electorales son muy variadas. En las urnas vascas, el PSOE será tercero sí o sí, la duda es si entrará en una coalición gubernamental con PNV o Bildu. En Cataluña los socialistas tienen mejores perspectivas, incluso pueden ganar y gobernar, mientras PP y Vox aspiran a no ser demasiado irrelevantes en las dos comunidades.
En las europeas de junio, el mejor test para las generales, el PP confía en obtener la nítida de ventaja sobre el PSOE que hoy le conceden los sondeos, incluso el CIS de Tezanos, mientras que Vox se conformaría con cambiar los malos pronósticos: un buen puñado de partidos europeos tienen perspectivas de crecimiento mientras que el de Abascal cotiza a la baja.
En Cantabria, la presidenta Buruaga viene del retiro espiritual cordobés de Feijóo y los 14 barones autonómicos del PP con una declaración de intenciones de gobierno y un plan para acabar con Sánchez, en una ofensiva por tierra, mar y aire. Los populares quieren acertar en el tono ponderado contra la corrupción y la amnistía y dejar el trazo grueso a Vox, que es lo suyo: atacar a Sánchez y de paso, lanzar un rejonazo a la 'derechita cobarde' del PP. En el debate cántabro sobre la política nacional en relación a la amnistía y la corrupción, a instancias del PP y de Vox, el PRC de Revilla se alejará cuanto pueda de todo lo que pueda contaminarle, pero no querrá hacer mucha sangre con el PSOE como ya se ha visto alguna vez en estos meses de legislatura. Una facción del aparato regionalista añora los buenos tiempos de la coalición con los socialistas, aunque esa cuenta no sale ahora y no es fácil que salga en el futuro.
Así que el PSOE de Pablo Zuloaga debe prepararse para ejercer una doble función en la política cántabra. Por un lado, ser el único partido en ejercer a tiempo completo la oposición contra el PP de Buruaga (con PRC y VOX alternando sus votos a favor o en contra) y además defender en soledad al Gobierno Sánchez, en asuntos que la mayoría de los ciudadanos condena sin paliativos como la corrupción y la amnistía a los independentistas catalanes. Y además aguantando a cada rato cómo los portavoces del PP recuerdan con taimada sonrisa que, como quien dice anteayer, Zuloaga dejó una sentencia para el mármol en sus redes sociales: 'José Luis Ábalos es mi referente en la política'. En fin, tiempos difíciles para los socialistas cántabros, pero estos trances entran en el sueldo.
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