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El sondeo de GAD3 confirma el descalabro del PRC: ocho o nueve diputados, frente a los 14 que tiene ahora. Un alivio mínimo luego de la depresión causada por el CIS de Tezanos, 6/7 escaños y tercero en el escalafón por detrás de PP ... y PSOE, en las horas previas al de la campaña. En el velorio de la pegada de carteles que ni siquiera Felipe Piña podría haber animado con su guitarra, uno habría esperado la presencia de más regionalistas poniendo el pecho a las balas en una noche tan difícil, pero ya se sabe que las victorias tienen muchos padres y las derrotas son huérfanas. El presidente Revilla se fue rápido con su esposa, quizá arrepentido de no haber preparado su retiro en plena gloria, tras la brillante victoria de 2019. No le han faltado indicios preocupantes: hace muchos meses un sondeo apuntaba que tres cuartas partes de los cántabros daban por terminado su largo ciclo político. Ahora casi dos tercios de los electores regionalistas no saben aún si votarán a Revilla esta vez. Impresionante.
Pero no todo está perdido. La encuesta de El Diario Montañés, más fiable que la de Tezanos, contempla un escenario abierto que resulta verosímil para muchos ciudadanos que siguen la actualidad política y los sucesivos sondeos. Un partido va a ganar, la potencia del PP de María José Sáenz de Buruaga es inapelable con 12/13 escaños, pero la gobernanza está en el aire con diferentes variables. El PP necesita un último empujón para poder elegir socio entre el vigoroso Vox y el declinante PRC, mientras Revilla respira un poco por la corta ventaja sobre el PSOE de Pablo Zuloaga que le permitiría presidir un tripartito si Unidas Podemos llega al Parlamento. Seguramente no le entusiasma la idea de compartir Gobierno con los comunistas, pero peor sería la intemperie para toda la grey regionalista.
Revilla ya se resigna a admitir que el PP va por delante en la carrera electoral, pero se ve capaz de remontar en su especialidad del sprint final. Los populares, por el contrario, perciben que el líder regionalista acusa más desgaste a medida que se acercan las urnas.
Las tendencias que apuntan los sondeos autonómicos también sugieren un impacto notable en la política municipal. El declive del PRC amenaza la alcaldía de Torrelavega, dificulta el anhelado asalto a Santander y pone en peligro su hegemonía en los ayuntamientos, mientras que el floreciente PP consolida su gran feudo santanderino y acaricia la posibilidad de ganar un buen puñado de corporaciones locales.
El equilibrio entre bloques y las abundantes incógnitas que se ciernen sobre todos los partidos presagia una campaña de gran intensidad a suerte o a muerte. Para Revilla no hay alternativas. A estas alturas de su larga y laureada biografía política, es difícil imaginarle en otra función que no sea la actual, al mando del Gobierno y a la expectativa de una incierta sucesión. Ni vicepresidente con Buruaga, ni con Zuloaga, ni jefe de la oposición. O la presidencia o el retiro.
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