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Pedro Casares ha quemado las naves, la expresión que define esas decisiones a suerte o a muerte que la Historia consigna en las biografías de grandes personajes. Más modestamente, el diputado nacional aspira a convertirse en el líder del PSOE de Cantabria contra las ... aparentes preferencias de Ferraz por Pablo Zuloaga y si lo logra tendrá ese mérito añadido y habrá acreditado su capacidad de liderazgo. Si fracasa, su carrera política puede verse condenada al ostracismo.
Casares presenta ahora un registro diferente en su trayectoria, el protegido pasa a ser el rebelde. Creció hasta convertirse en un dirigente destacado al lado de Lola Gorostiaga y luego iba a ser el sucesor pactado de Eva Díaz Tezanos cuando su aliado, Pablo Zuloaga, rompió la baraja y se hizo con el mando. Casares se acopló a la situación hasta que salió mal con el socio, también fue durante seis años el primer escudero de Pedro Sánchez en Cantabria, pero fue desalojado de la Ejecutiva Federal del PSOE en el 45 Congreso de Sevilla para dejar sitio a la delegada del Gobierno en Cantabria, Eugenia Gómez de Diego, afín a Zuloaga, y hasta perdió el privilegio que supone el escaño de pasillo en el Congreso para ocupar otro menos visible.
Casares y su gente difunden una visión más benevolente: no hay tal castigo de Ferraz, el caso de Pedro sería similar al de la ministra Diana Morant que ha dejado la ejecutiva federal por la instrucción de Sánchez de ponerse al frente del partido en la Comunidad Valenciana. Veremos.
En el mapa de las comunidades autónomas en las que el PSOE prepara sus primarias y congresos hay candidatos críticos, o al menos tibios, con el sanchismo, pero ese no el caso de Cantabria. Aquí, tanto Zuloaga como Casares no escatiman elogios en las redes sociales sobre las virtudes políticas y los aciertos en la gestión de @sanchezcastejon.
Con toda seguridad, Casares habrá meditado largamente la coyuntura: su incierto predicamento en Ferraz, el final de su liderazgo en el PSOE de Santander obligado por los estatutos partidarios, el apoyo comprometido de las familias críticas con Zuloaga, que ayer le acompañaron en la presentación de la candidatura. En fin, no le faltan argumentos que avalan el arriesgado asalto a la secretaría general ni tampoco le resultaba fácil dar marcha atrás.
El pronóstico de la pugna Zuloaga-Casares es muy aventurado. La única referencia cabal es la elección de delegados al congreso federal celebrada en octubre, un empate técnico con leve ventaja de la lista afín a Casares encabezada por la alcaldesa castreña, Susana Herrán, frente a la de Zuloaga. El escrutinio genera expectación, pero ilustra también que los fervores son más bien contenidos. Zuloaga tenía hace cuatro años el apoyo de tres de cada cuatro afiliados votantes y ahora se ha quedado en la mitad, mientras Casares tiene la otra mitad. De momento, no se ve un 'tsunami' por ningún lado. El resultado definitivo puede depender de los 800 militantes que no votaron en octubre, un 20% del censo, de modo que los dos grupos se dedican ahora a hacer campaña en las agrupaciones de mayor interés estratégico.
En este espacio de análisis ya se ha manejado la tesis, que no gusta a ninguno de los dos bandos implicados y que los no alineados asumen con resignación, que los dos contendientes ya probaron sus poderes por última vez en las elecciones de 2023, con los mediocres resultados conocidos: Zuloaga apenas sacó partido del varapalo sufrido por el PRC de Revilla y de la desaparición de Ciudadanos, frente al importante crecimiento de PP y Vox, mientras que Casares, que no fue candidato, pero sí líder del PSOE santanderino, vio cómo la popular Gema Igual mejoraba su crédito hasta alcanzar la mayoría absoluta.
Pues ahora están los dos frente a frente, con el inherente riesgo de división del partido ante los comicios de 2027, que ese es el hito verdaderamente importante. Ferraz y Moncloa no tienen ningún ministro disponible para mandar a Cantabria a poner orden ni tampoco consta que tenga algún plan para salvaguardar cierta cohesión. Ahora se trata de resolver el liderazgo orgánico del PSOE, a su debido tiempo también habrá primarias para decidir los carteles electorales.
Sólo un puñado de alcaldes bien conocidos del PSOE cántabro tienen el valor probado en las batallas electorales con mayorías absolutas o victorias contundentes: Incera (Colindres), Molleda (Cartes), Ruiz Moya (Suances), Caso (Peñarrubia), Herrán (Castro Urdiales)… que en esta pugna se reparten en el apoyo a Zuloaga o a Casares. Quién sabe si todos ellos juntos podrían construir e impulsar una candidatura ilusionante, un programa atractivo y una expectativa ganadora, pero a día de hoy no está previsto que estén animados a explorar esa vía.
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