El corazón y la cabeza de Sánchez

No es fácil entrar en lo que piensa la cabeza ni en lo que siente el corazón de nadie, tampoco naturalmente en el caso del presidente Sánchez, que se declara profundamente enamorado de su esposa, Begoña Gómez, pero cuesta entender el proceso que le ha llevado a plantear una situación límite en su carrera política. Hace semanas que Begoña Gómez está en el candelero, más o menos de forma simultánea a la presidenta madrileña Isabel Gómez Ayuso y su novio, inmediatamente después de que estallara la trama de corrupción del 'caso Koldo'. Sin embargo, la bomba de Sánchez no ha caído hasta que un juez ha resuelto abrir diligencias sobre un hipotético tráfico de influencias de Gómez, a instancias del controvertido sindicato Manos Limpias, que probablemente no tenga mucho recorrido.

Puede que Sánchez haya intentado aguantar el tipo todo este tiempo y no haya podido más, pero la reacción les parece desproporcionada a quienes no son sus incondicionales. Los adversarios políticos observan directamente una victimización bastante teatral. Veremos el lunes.

En las horas convulsas de ayer emergieron todo tipo de teorías sobre las causas reales y de momento ocultas de este episodio, desde los casos de espionaje, a la corrupción u otros avatares de la política nacional. Más allá de las especulaciones, en la carta de Sánchez a la ciudadanía se reflejan sentimientos, pero también mensajes políticos contra la derecha de PP y Vox en una estrategia ya utilizada por Sánchez en situaciones de riesgo. Lo que el audaz Sánchez plantea a los españoles en medio del intenso ciclo electoral del año en curso se parece mucho a un plebiscito sobre su figura política.