Secciones
Servicios
Destacamos
La investidura de Pedro Sánchez a cambio de la amnistía para Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y hasta 1.400 implicados en el 'procés', y de ... un largo catálogo de cesiones a Cataluña, resulta un trance desolador y vergonzante, en fondo y forma, para muchos ciudadanos que defienden la vigencia de la Constitución y se preocupan por la calidad democrática de nuestro país.
Sánchez y el PSOE invocan la amnistía como un mecanismo que favorece el reencuentro y la convivencia en Cataluña por el bien de España, cuando en todo el país se desata un clamor por el ataque que supone a la arquitectura constitucional: a la monarquía parlamentaria, la unidad territorial, la separación de poderes, la igualdad de los ciudadanos de todas las comunidades. La queja de ciudadanos, partidos, jueces, fiscales y otros representantes de la sociedad civil se asienta en los mismos argumentos que Sánchez y la cúpula socialista utilizaron hasta el final de la campaña electoral del 23J, que la amnistía no tiene cabida en nuestra Carta Magna, una evidencia que ahora pretenden camuflar.
El presidente en funciones encontró en el debate más dificultades de las que esperaba. Y no sólo por parte del PP de Feijóo y del Vox de Abascal, sino también de sus aliados separatistas. Miriam Nogueras, de Junts, sobre todo, y también Gabriel Rufián, de ERC. Ambos, con la arrogancia que les caracteriza, dejaron en el aire el primer intento de investidura de Sánchez por no ser lo suficientemente complaciente con sus exigencias y le obligaron a cambiar el discurso con una sumisión humillante. Para que Sánchez lo tenga claro, sus socios catalanes ni asumen tácitamente la senda constitucional ni tampoco un acuerdo para toda la legislatura.
Durante años muchos españoles nos hemos sentido orgullosos de cómo España, con gobiernos socialistas y populares, ha progresado hasta incorporarse al grupo de las democracias más avanzadas, y de las potencias económicas más pujantes. Nuestras referencias han sido Francia, Alemania, Italia, el Reino Unido.
Ahora la comparación es más bien con cualquiera de esos países subdesarrollados que intenta sobrevivir con las libertades restringidas o en permanente conflicto. Negociar la constitución del Gobierno fuera de España con un prófugo de la justicia y aceptar que mediadores internacionales supervisen el desarrollo del acuerdo es puro Tercer Mundo.
Por cierto, los excesos verbales de Santiago Abascal en el debate de investidura al acusar de golpista a Sánchez con alusiones a Hitler y el abandono del hemiciclo de los diputados de Vox dañan también la calidad democrática de la vida política española.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias seleccionadas
Ana del Castillo
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.