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La presidenta Buruaga ya puede activar el 'consenso reivindicativo' del que ha hablado en las últimas semanas para intentar evitar que el Gobierno de Pedro Sánchez, entregado al independentismo, haga de Cantabria una comunidad de tercera. A ver si se apunta a la reclamación Revilla, ... que animaba a su viejo socio Sánchez a ir a unas nuevas elecciones que le supondrían un gran éxito, incluido el voto del líder regionalista, pero no le ha hecho caso y ha preferido un 'Frankenstein 2'. Los sanchistas cántabros de toda laya, los Zuloaga, los Casares y los Quiñones, no tienen motivo de queja: aplauden la amnistía con la misma fuerza que aplaudían cuando el caudillo socialista y sus paladines prometían anteayer que no habría medidas de gracia para los maleantes del 'procés'. Emilio del Valle, el jefe de Vox Cantabria, llama a la movilización en Santander y en toda España contra el acuerdo de rendición de Sánchez materializado en el exilio belga de Puigdemont. Cuatro pinceladas de la política doméstica, de cómo percibe cada cual un momento crítico que amenaza a la Constitución y sus pilares: la unidad de España, la monarquía parlamentaria, la separación de poderes, la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos que se quiebra para consagrar la impunidad de los enemigos del Estado.
Durante semanas, muchos ciudadanos biempensantes creyeron todavía posible que Sánchez eludiese el chantaje separatista para ir a las urnas, mientras que los más escépticos, los más clarividentes, invocaban a Dante a la puerta del infierno: 'Abandonad toda esperanza'.
A Sánchez le sobra cuajo para brindar su lealtad a la Princesa de Asturias en las mismas horas que negociaba con quienes se negaron a asistir a la jura de la Constitución de la heredera con una declaración humillante contra la Carta Magna y la Monarquía. Son los días de la infamia, en el nombre de España que toma en vano el presidente en funciones para comprar su investidura a cambio de la amnistía que convierte en represores a los jueces y policías que actuaron en el 1-O y exalta a los golpistas como héroes de la resistencia. El precio de lo que llama Sánchez el reencuentro en Cataluña es la discordia en toda España.
ERC y Junts han competido en la extorsión hasta conseguir la rendición total de Sánchez a cambio de la investidura. La amnistía y su amplio perímetro, y además las Cercanías ferroviarias, el perdón de la deuda, el cupo fiscal, el relator internacional para el diálogo con el Estado, el reconocimiento de la nación catalana, el referéndum a su debido tiempo… A ver quién le saca más a Sánchez, a ver quién humilla más a España para ganar las elecciones catalanas. Aunque para humillación, la que sometió Puigdemont en Bruselas a los negociadores socialistas Cerdán y García-Pérez, con quienes se retrató bajo la foto gigante de una urna del 1-O. Bueno, los militantes socialistas están dispuestos a todo para complacer al jefe: un cheque en blanco para lograr su investidura. El viejo PSOE protesta de vez en cuando, pero hasta ahora los González, Guerra, Page y compañía, como en el refrán: aprietan, pero no ahogan.
Puigdemont ya había advertido que haría 'mear sangre' al PSOE en la negociación de un acuerdo que conviene a las dos partes. Sánchez ya no tenía marcha atrás en su entrega al separatismo para ser investido y Puigdemont le exigía garantías de que no habrá impedimentos legales, como la imputación por terrorismo del juez García Castellón, para volver a Cataluña como un campeón. De ahí que haya impuesto el control político de la justicia frente al supuesto 'lawfare'.
Que los jueces de todas las asociaciones y sensibilidades, incluidos los más progresistas, denuncien la quiebra de la separación de poderes que supone el pacto debiera ser suficiente para que Sánchez y el PSOE revisaran sus planes, pero nada de eso. En la movilización contra la amnistía participan jueces, fiscales, los partidos PP y Vox y un amplio espectro de la sociedad civil, ante las instancias judiciales y políticas de España y Europa, mientras las calles se agitan, también en Santander. La indignación por la amnistía es tal que el pacto con el PNV, con muy importantes cesiones como la Seguridad Social, pasa bastante desapercibido.
En el plano político, la oposición del PP de Feijóo, con todo su poder en el Senado, en las comunidades autónomas y en los municipios, sólo o con Vox, está pensada para obstaculizar la amnistía, pero también para trascender a la inminente investidura, pues están seguros de que el chantaje de los separatismos y las cesiones de Sánchez serán el paisaje habitual de la legislatura.
El futuro augura una tensión máxima en la política y en las calles entre pulsiones favorables al cambio político hacia el Estado plurinacional y el debate sobre monarquía o república. La amnistía es sólo el principio, dicen los independentistas, así que el referéndum es sólo cuestión de tiempo. En el horizonte se vislumbra más que nunca desde la Transición la oscura sombra de las dos Españas.
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