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El primer discurso de María José Sáenz de Buruaga como presidenta de Cantabria en un debate sobre el estado de la región duró 137 minutos, más o menos los que empleaba en el mismo trance Miguel Ángel Revilla, cuarenta debates de Investidura o de Orientación ... del Gobierno a las espaldas, dieciséis de ellos como jefe del Ejecutivo. Las dos grandes novedades de ayer, el debut de Buruaga y el silencio de Revilla en su escaño con aroma a despedida. La cúpula regionalista consultó respetuosamente a su líder si quería tener algún papel en el debate, pero Revilla delegó en el portavoz parlamentario. La decisión es coherente con su voluntad de ceder protagonismo a otros dirigentes mientras se materializa la sucesión, pero a lo mejor era una buena idea que el expresidente de tan larga experiencia y la nueva jefa del Ejecutivo tuvieran un diálogo constructivo sobre el presente y el futuro de Cantabria, un epílogo del impecable traspaso de poderes que se produjo tras el cambio político dictado por las urnas hace trece meses y facilitado por la generosidad del PRC que ayer la líder del PP reconoció expresamente. No hubo ocasión.
El discurso de la presidenta Buruaga, que transitó entre las apelaciones al diálogo político y social, los reproches por la (mala) herencia recibida que necesita tiempo para corregir el rumbo y un puñado de anuncios importantes, refleja cómo el Gobierno popular se siente más cómodo con los asuntos trascendentales de su programa, desde la rebaja fiscal que va a ser ampliada, a la Ley del Suelo o la reivindicación al Estado en materia de infraestructuras y financiación, y también con los objetivos de largo recorrido: la transición hacia la energía verde con inversiones millonarias, la carretera Reinosa-Potes, el parque de la salud en el solar de la Residencia Cantabria, reconfirmado ayer, la agenda digital… Y cómo la presidenta tiene que ponerse más a la defensiva cuando aborda el día a día de las carencias sanitarias y del medio rural o las dudas sobre La Pasiega.
«Trabajamos muy duro», dijo Buruaga media docena de veces y la triple oposición coincidió que el discurso se parecía demasiado al de investidura. O sea, todo es un se va a hacer, nada se ha hecho. «Todo es un desastre, salvo lo que dejó bien encaminado el Gobierno de coalición», critican PRC y PSOE. «No ha habido un cambio político real», lamenta Vox.
El PP tenía ya descontadas las críticas severas de la oposición, que es lo propio en el debate. Más sorprendente fue que sus portavoces, el socialista Pablo Zuloaga, Leticia Díaz, de Vox, y el regionalista Pedro Hernando, se mostrasen dolidos con la dureza de Buruaga en el interminable rifirrafe vespertino. O sea, la presidenta muy crecida frente a sus adversarios con la piel muy fina.
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