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Alberto Núñez Feijóo compareció ayer en los Jardines de Pereda, el mismo escenario que acogió a Pablo Casado en la desangelada campaña de las generales ... de abril de 2019 que concluyó con el paupérrimo balance de 66 diputados para el PP, entre 90 y 100 menos de los que calcula con bastante optimismo para este 23J. El clima de una y otra cita no tienen nada que ver, claro. Feijóo no es ya el respetado presidente del PP, es una inesperada estrella mediática que bate récords de audiencia en 'El hormiguero' y que fulmina en un debate a un interlocutor tan dotado como Pedro Sánchez, armado con sus buenas maneras y una suave ironía gallega. Toda una sorpresa para propios, extraños y neutrales. En Santander, una plaza propicia, máxime después de la victoria popular en los comicios autonómicos y municipales, Feijóo tuvo en efecto un recibimiento estelar.
Hace sólo seis días, antes del debate, los bloques de la izquierda y la derecha avanzaban parejos hacia las urnas. Desde entonces los 'tracking' ensanchan en cada jornada la brecha a favor del PP. Se agota el margen para la remontada del PSOE y los populares acotan el riesgo de cometer errores graves que arruinen una campaña victoriosa. De hecho, el debate les sigue dando insospechados dividendos como el asunto de la implantación de los peajes en las autovías en 2024, que Sánchez negó a Feijóo y que a continuación confirmó el director de Tráfico, Pere Navarro. En fin, con amigos como estos, a Sánchez no le hacen falta enemigos.
El PP celebra no sólo la ventaja adquirida sobre el PSOE sino también el avance frente a Vox. Feijóo gustó en el debate a los votantes de la derecha radical en asuntos como la defensa de la bandera, el esclarecimiento de los crímenes de ETA o la denuncia de los herederos de Bildu, sin que eso empañara su discurso de centralidad, por ejemplo en el respaldo a los derechos en materia de Igualdad y LGTBI. Vox no esconde su preocupación por el bajón que sufre debido al éxito del candidato popular en el debate y replica cabreado a sus llamadas al voto útil, como la de ayer en Santander. Feijóo y el PP creen que van bien encaminados hacia el objetivo de superar las cifras de la izquierda en las urnas del domingo 23, lograr la investidura y poder gobernar en solitario. Si las cuentas no salen de esa forma no les quedará más remedio que pagar el peaje de una alianza con el partido de Abascal. A Feijóo, tan acostumbrado a las mayorías absolutas, no le gusta nada la idea, pero después de las elecciones ya no tendrá tantos remilgos.
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