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Tras las largas vacaciones de invierno la política regional se reactiva en una preocupante coyuntura que dibujan el desplome del PIB y el declive industrial, con los desafíos de la reivindicación al Estado, la financiación autonómica, los fondos europeos o el aprovechamiento del nuevo nicho ... del hidrógeno verde, entre tantos otros. Pero inevitablemente la atención se dirige también hacia el intenso ciclo electoral. El calendario aún no está cerrado pero puede que acudan a las urnas las tres comunidades históricas, Galicia, País Vasco y Cataluña, los comicios europeos esperan al promediar el año y hasta es posible que una fractura del 'Frankenstein 2' de Sánchez desemboque en unas generales.
Los populares y socialistas de Cantabria, con sus respectivas cúpulas, ya se han estrenado el pasado fin de semana en los encuentros y convenciones que marcan el inicio de la campaña gallega y seguramente repetirán visita antes de las urnas del 18 de febrero. El PP va a ganar seguro, lo que no está tan claro es que su candidato, Alfonso Rueda, reedite las cuatro mayorías consecutivas de Alberto Núñez Feijóo, como predican todas las encuestas menos, naturalmente, el CIS de Tezanos, o llore la pérdida del poder. Es a suerte o a muerte. El PSOE de José Ramón Gómez Besteiro puede festejar incluso la tercera plaza si suma para hacer presidenta a Ana Pontón, del BNG.
Las elecciones gallegas se plantean como un plebiscito de Feijóo como líder nacional del PP, pero no es eso lo más importante. Lo trascendente es que Galicia puede convertirse en el tercer núcleo de poder independentista, con el apoyo del PSOE sanchista. Un paso más hacia el Estado plurinacional.
La campaña gallega avanza con el vertido de pélets como uno de los ejes de debate y movilización contra la Xunta del PP, pero francamente la recuperación del lema 'Nunca Mais', que invoca el desastre del 'Prestige' resulta más bien sobreactuado para las bolitas de plástico.
El PSOE tampoco está en condiciones de ganar en los comicios del País Vasco, que tienen como fecha probable la del 21 de abril, pero se sabe en el centro de las ecuaciones gubernamentales. Muy probablemente con el tambaleante PNV, hasta hace poco aquel partido de una hegemonía que parecía tan firme como el Peñón de Gibraltar, el espejo en el que quería mirarse el PRC de los buenos tiempos, y que ahora, muy desgastado, ha tomado la decisión audaz de cambiar a Íñigo Urkullu por el semidesconocido Imanol Pradales. El líder socialista, Eneko Andueza, garantiza la alianza con los peneuvistas y niega el acuerdo con el pujante Bildu, aunque al PSOE no hay que creerle todo lo que diga después de la entrega de Pamplona a los filoetarras blanqueados que ahora lucen en la gestión social de los ayuntamientos.
El PP, por su parte, vuelve con Javier de Andrés al discurso foral de Alfonso Alonso, una posición de centro, alejado de Vox, desde luego, pero también del extinto Ciudadanos, con el afán de ganar terreno electoral en sectores moderados del PNV y del PSOE.
El 9 de junio llegarán los comicios europeos que el cuerpo electoral afronta con un entusiasmo limitado, aunque puede servir como test después de siete meses de legislatura. El triunfo de los populares europeos en la UE no está en discusión. En Cantabria está por ver si los dos partidos colocan a algún propio en los puestos nobles de la lista, el último fue el socialista Ricardo Cortés, que dejó el escaño hace una década. El PRC teme presentarse con el riesgo de otro mazazo como el de las autonómicas, La secretaria de organización, Paula Fernández, en su día consejera de Presidencia y representante de Cantabria en el Comité de las Regiones de Europa, maneja un informe que anticipa el avance de las derechas y las ultraderechas. Así que no está el horno para bollos.
Hay una opinión bastante generalizada de que también habrá elecciones en Cataluña este año, antes o después del verano. A estas alturas ya está muy claro que Carles Puigdemont y Junts le han robado la merienda independentista a ERC, con Puigdemont dispuesto a ser el candidato si le dejan, a la espera de que Pere Aragonés, aspirante confirmado por ERC, fije fecha. El PSC aspira a ganar, pero sobre todo a hacer en cada momento lo que le convenga a Sánchez. Para el PP, un objetivo asequible es adelantar a Vox y ser la referencia del constitucionalismo real, que no es el de los socialistas catalanes, siempre tan cerca del soberanismo.
Cree Junqueras, como Revilla, que esta legislatura nacional será corta porque una vez lograda la amnistía, que se pretende blindada hasta para el terrorismo, y que Bildu espera también para sus presos, ya no quedarán incentivos para los independentistas. Bueno, está todavía pendiente el referéndum y Puigdemont ya ha demostrado que no juega de farol. Ese es el sino de la alianza del Gobierno con los separatistas: o cede a la presión como siempre o las urnas serán inevitables.
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