El futuro en juego

Casares y Zuloaga debatieron sobre el modelo de gestión partidaria, sobre la eficacia de la oposición autonómica y de la política municipal, y sobre el rendimiento de cada cual en las urnas, con un duro intercambio de acusaciones de mentiras, deslealtades y egoísmos. En nada se muestran de acuerdo, salvo en la adhesión sin fisuras a Pedro Sánchez.

Con esa etiqueta del 'sanchismo' emergente concurrieron juntos a la pugna por la jefatura del PSOE de Cantabria en 2017. Casares estaba dispuesto a pactar con Eva Díaz Tezanos para ser su heredero a cuatro años vista, Zuloaga optó por la fractura y se hizo con el mando, y ahora Casares, que no olvidó aquel lance, pide perdón a Díaz Tezanos para que el sector crítico le ayude a acabar con Zuloaga. Así están los bolos pinados en esta disputada interna de los socialistas cántabros que enfrenta a Zuloaga, aspirante a un tercer mandato, y a Casares, que quiere tomar el relevo.

El debate le interesaba más a Zuloaga, quizá porque se intuye algo rezagado en la recta final de la campaña, pero a lo mejor Casares no podía permitirse eludir la discusión y pasar por miedoso. No es probable que el duelo modifique las tendencias, aunque siempre habrá algún que otro indeciso que tendrá presente los decepcionantes resultados de los dos aspirantes en las elecciones de 2023, en Cantabria y en Santander, y que se pregunte ante los poco estimulantes pronósticos que se manejan de cara a 2027: ¿No hay nadie más disponible?