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¿Echaremos alguna vez a Pedro Sánchez? Es la larga y dolorosa incertidumbre de los detractores del presidente que sigue vigente tras las europeas. Si ... el Gobierno, que no puede aprobar en las Cortes los Presupuestos del Estado ni las leyes sectoriales, que está asediado por la corrupción del 'caso Koldo' y del 'caso Begoña', que soporta el rechazo de una mayoría de los ciudadanos a la amnistía, cuando llegan las urnas pierde por poco contra el PP, ¿cuándo ganarán los populares con ventaja suficiente para hacerse con el poder? Otra victoria sin euforia de Alberto Núñez Feijóo, como la del 23J, aunque ayer el resultado fue mejor en siete décimas, por debajo de las expectativas de hace pocas semanas y del rendimiento del PP europeo, ganador de las elecciones. Una derrota relativamente digerible del PSOE de Sánchez con el 30% de los votos que se había fijado como el mínimo para salir airoso en España y en Europa.
Frente a la tibieza del PP, ya es un lugar común que el partido se tambalea cuando llegan las campañas, Sánchez ha desplegado todo su arsenal: en la escena internacional con Argentina, Israel y Palestina, en las cartas a la ciudadanía, en la denuncia de la máquina del fango y en la victimización a su favor de su esposa. Y desde luego, en la llamada a frenar a la 'derechona', como en las generales del 23J, con el lema guerracivilista 'No pasarán', un exceso populista como el rezo del rosario en Ferraz.
La arriesgada extrapolación de las europeas a un escenario de legislativas debe contemplarse, si acaso, en los movimientos de bloques. El PSOE de Sánchez se sostiene al captar votos de sus socios de legislatura, la izquierda confederal de Sumar y Podemos y hasta de los independentismos, o sea que el conjunto no mejora sino todo lo contrario. El PP de Feijóo no logra su objetivo de absorber a Vox, consolidado por esa pujante ultraderecha que persigue un nuevo modelo europeo de ruptura, que obliga a Macron a convocar elecciones en Francia por el arrollador triunfo de Le Pen y que en España hasta deja un hueco al extravagante Alvise. Para llegar al poder nacional, cuando toquen las generales, al PP le será difícil eludir al incómodo Vox del que recibe tantos insultos. Todo un problema por resolver.
El PP cántabro se lleva un premio añadido con una victoria muy contundente sobre la candidatura europea del PSOE liderada por Teresa Ribera, que es algo así como la enemiga pública número uno de Cantabria. Hasta el líder regionalista Revilla dijo a los suyos que no se les ocurriera votar a 'Teresa, la del lobo'.
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Ana del Castillo
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