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No ganamos para sustos en formato de campañas electorales. Todavía estábamos digiriendo los resultados del 28M en Cantabria, el rotundo triunfo del PP de María José Sáenz deBuruaga y Gema Igual, entre otros muchos candidatos ganadores, y el tremendo descalabro del PRC de Miguel Ángel ... Revilla, cuando Pedro Sánchez, con su acreditada audacia para tomar decisiones de alto riesgo, convoca elecciones generales en pleno verano, el 23 de julio.
Sánchez asume al menos una cuota de responsabilidad en la debacle socialista en los comicios autonómicos y municipales y se propone ponerle remedio sobre la marcha con una sorpresa electoral para todos: para el PP de Feijóo, para las izquierdas de Pablo Iglesias y Yolanda Díaz, para los nacionalismos catalán y vasco... hasta para el propio PSOE. No sea que de aquí a diciembre los suyos le intenten mover la silla de líder y le cambien, digamos, por Emiliano García Page. El dirigente socialista que ha salido mejor parado del 28M es, qué casualidad, el más crítico con Pedro Sánchez.
Apenas había trascendido el anuncio de elecciones generales cuando los socialistas cántabros ya manejaban teorías que aclaraban la estrategia. Además de estimular a las abatidas tropas en una nueva campaña y cambiar el foco informativo hacia un escenario más optimista, Sánchez quiere concentrar y liderar los votos de la izquierda, los suyos, los de Podemos de Iglesias, Montero y Belarra, y los de Sumar de Yolanda Díaz, todos descalabrados el domingo. Los dos grupos intentan ahora una alianza 'exprés' para concurrir con algún entusiasmo a las elecciones de julio, y si no sale, a lo mejor Díaz encuentra acomodo en las listas del PSOE, apuntan con malicia en la militancia cántabra.
En todo caso, el objetivo de Sánchez es abanderar la izquierda y cargar contra la 'derechona' de PP y Vox, que en la antesala de las generales tienen que negociar pactos en muchos territorios a la vista del público. Sánchez no da puntada sin hilo, pero la pretendida demonización de Vox como aliado preferente del PP resulta un argumento cada vez menos convincente en el conjunto de España.
La cita con las urnas para las elecciones generales, a sólo siete semanas vista, puede retrasar la constitución de gobiernos autónomos y municipales donde sean necesarios los pactos, o cuando menos, puede contaminar ese proceso.
En el PP cántabro no temen la nueva convocatoria electoral, porque el partido está eufórico, unido y movilizado tras el éxito del 28M. Es más, creen muy probable ganar esta vez tres de los cinco escaños que el Congreso asigna a Cantabria, ahora tienen dos, y tres de los cuatro en pugna en el Senado. Para la Cámara baja, en el PP creen que el ex ministro y ex alcalde santanderino Íñigo de la Serna es el mejor colocado para ser el número uno.
En el Congreso también tienen plaza PSOE, Vox y PRC. Es posible que el regionalismo, tras el varapalo del domingo, lo tenga más difícil que los demás en las urnas. Miguel Ángel Revilla acaba de declarar que su prioridad es lograr que José María Mazón repita como diputado nacional. No faltan las especulaciones sobre si el propio Revilla intentaría otra vez lograr un escaño en las Cortes. Lo hizo en 2011 tras la derrota en las autonómicas frente al PP de Ignacio Diego y tampoco tuvo éxito.
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