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Los 100 días de cortesía que habitualmente se conceden al Gobierno antes de iniciar la evaluación de su desempeño esta vez se quedan cortos. Va ... para cuatro meses que se celebraron las elecciones autonómicas del 28M, inmediatamente después fueron convocadas las generales y ahora discurre la larga incertidumbre de la investidura que no excluye la repetición electoral. Además se ha mantenido la tradición de esperar a la Aparecida y San Cipriano antes de comenzar el debate en el Parlamento, no sea que se estrese nuestra clase política. Cuando la presidenta de la Cámara Legislativa, la popular María José González Revuelta, dice que esta debe ser la legislatura del diálogo, lo que en realidad sugiere es que el Gobierno del PP espera tener una oposición, si no blanda, al menos comprensiva o condescendiente.
El Gobierno que preside María José Sáenz de Buruaga, todavía con cargos importantes sin cubrir, comparecerá esta semana en el Parlamento para explicar en detalle su programa, del que se conocen algunos hitos como el reiterado anuncio de la rebaja de impuestos, que será la norma en las comunidades gobernadas por el PP, como el objetivo de acabar con las listas de espera sanitarias, mejorar la calidad asistencial y crear un gran campus de salud. Además, las vicisitudes de los proyectos comprometidos de La Pasiega, iniciadas las obras con pompa, y los sobrecostes del Mupac y la terapia de protones. Un eje puramente político del Ejecutivo que preside Buruaga será la reivindicación crítica a Madrid si finalmente Pedro Sánchez logra la investidura con sus aliados independentistas.
El PP espera contar en su gestión política y legislativa de centro-derecha moderado con el apoyo del PRC y de Vox, los dos a la vez o de uno en uno, según los casos. Los populares precisan que no se trata sólo de generosidad o indulgencia, también es necesidad. Los regionalistas, mientras atraviesan la etapa de transición que supone el difícil relevo de Miguel Ángel Revilla, y el partido de Santiago Abascal, porque no deja de ser el partido más próximo en el terreno ideológico. En todo caso, el hipotético entendimiento con la oposición no le evita al PP la posibilidad de sufrir de vez en cuando dolorosos revolcones en los debates parlamentarios.
El PRC, aliado circunstancial en el acceso del PP al Gobierno, no va a renunciar a hacer oposición, no faltaba más. Revilla ya ha observado que el Ejecutivo Buruaga trabaja muy al ralentí y sus portavoces critican el deterioro de los consultorios, y de la sanidad en general, con la llegada del PP al Gobierno, y la opacidad del proceso para cubrir plazas en las empresas públicas y muestran su escepticismo con el alivio fiscal, pero en fin, sin hacer mucha sangre. Los regionalistas confían en que el PP financiará en los Presupuestos 2024 los proyectos de sus alcaldes y que no será agresivo en la investigación y en la discusión política sobre la trama corrupta en Obras Públicas.
Sólo el PSOE de Pablo Zuloaga está llamado a ser el partido de la oposición real al PP sin matices, contra la presidenta Buruaga, contra la alcaldesa santanderina Gema Igual, contra la bajada de impuestos y contra todo lo que se mueva. Los socialistas ya dejaron ver en el comienzo de la legislatura que tienen tomada la matrícula a los consejeros de Sanidad, César Pascual, y de Desarrollo Rural, Pablo Palencia, por supuestas irregularidades en su trayectoria política y/o profesional.
El posicionamiento político más ambiguo corresponde a Vox, que desde el principio de la legislatura se ha mostrado tan crítico como el PSOE con el Gobierno Buruaga. A través de su portavoz, Leticia Díaz, denunció una y otra vez el acuerdo de investidura con el PRC y el blanqueamiento del Gobierno Revilla en asuntos como la corrupción en Obras Públicas. Todavía esta semana Vox se ha quedado solo en el Parlamento al reclamar una comisión de investigación sobre el caso que obra en manos de la justicia y que también indaga una auditoría encargada por el Ejecutivo Buruaga. En el fondo del desencuentro, el afán frustrado de Vox y de su líder Díaz de entrar en el Gobierno regional.
En la anterior legislatura, con sólo dos diputados, Vox fue el partido de la oposición más contundente, debido a la actitud 'blandita' del PP con Revilla por si éste rompía con el PSOE y así ocupar su lugar en el Ejecutivo, y la apatía de Ciudadanos, ya en descomposición. Ahora, con cuatro escaños, Vox aparece también en la primera línea crítica, pero hay voces discordantes en el partido que apuntan que una cosa es hacer la oposición en los asuntos del día a día y otra es arremeter contra todo lo que haga el Gobierno del PP, porque los votantes no lo van a entender. Esa es también la idea de los populares, que Vox no podrá ponerse en contra en temas relevantes como la rebaja de los impuestos o de la derogación de las leyes del Suelo o de Memoria Histórica tan afines a su corpus ideológico.
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