Invitación al diálogo

Primero, Buruaga presentó un diagnóstico preocupante de una región envejecida: el PIB por los suelos, el declive general en el medio rural, en la industria, en las tecnologías, en las energías sostenibles, en el empleo… Y después, el programa de gobierno que atisba un nuevo modelo socio-económico como tratamiento estimulante. Más concreción en la rebaja de impuestos que defiende el PP con éxitos como el de Díaz Ayuso en Madrid. O en la apuesta por la sanidad que tanto importa a Buruaga, desde el parque de las ciencias de la salud en la Residencia Cantabria, hasta el pacto sectorial para la recuperación de la eficacia en los servicios o el impulso a las políticas de dependencia. O la mayor atención al medio rural en la revisión de la Ley del Suelo, en la red de atención primaria o en el control del lobo. En otros ámbitos, menos definición: en los planes de reindustrialización o en el impulso al turismo vinculado al patrimonio cultural o en las políticas municipales. En la reivindicación al Estado de las infraestructuras comprometidas, todo irá a mejor si Feijóo gobierna a partir del 23J, vino a decir Buruaga.

La futura presidenta confirmó las auditorías que practicará en Obras Públicas y en el Servicio Cántabro de Salud, pero no se cebó más de la cuenta en esas cuitas que acechan al Gobierno saliente presidido por Revilla, apenas unas pocas líneas del discurso de investidura. La Pasiega y el Mupac seguirán adelante. También hubo algún guiño ideológico a Vox, como en el fomento de las políticas de familia. Ahora sólo falta saber si la oferta de diálogo de Buruaga tendrá la buena acogida que pretende.