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En los días previos a la comida navideña del PRC cruzaban apuestas los que creían que Miguel Ángel Revilla daría alguna fecha aproximada para el Congreso de la sucesión en 2024, y ya de paso si el partido concurriría a las elecciones europeas de junio; ... los que se temían que no iba a decir nada; y hasta los que pronosticaban que en el concurrido comedor se alzaría alguna voz incondicional: «Revilla, no te vayas». Bueno, eso no hizo falta: el líder regionalista anunció que seguirá al frente del partido con carácter indefinido, al menos hasta 2025.
Hasta el domingo, casi todos en el PRC defendían que Revilla se ha ganado de sobra el derecho a marcar los tiempos de su relevo, pues en efecto su talento político, sus méritos y su autoridad moral son incontestables. Y desde el domingo se extiende la impresión, dentro y fuera del partido, de que le está costando irse. Si necesita entre año y medio y dos años para despedirse, a contar desde el desastre de las elecciones autonómicas de mayo hasta al menos los primeros meses de 2025, es preciso explicar muy detenidamente por qué el adiós le requiere tanto tiempo y el domingo Revilla fue muy parco sobre los motivos para tomarse tan largo plazo. En la cúpula del PRC nadie se ha querido reconocer muy sorprendido por la prórroga anunciada al final del discurso del secretario general, que cosechó aplausos, claro, aunque sin el fervor de las grandes ocasiones. Estos son tiempos inciertos.
El regionalismo vive pendiente del congreso más importante en sus 45 años de historia que debe consagrar un nuevo líder. En el escenario, los supuestos aspirantes: Javier López Marcano con los votos de la militancia; Paula Fernández, apoyada por el aparato; los alcaldes con un peso que puede ser decisivo para coronar un pretendiente, más el propio Revilla y los que respaldan que se tome con calma el proceso e incluso que tenga las manos libres para una sucesión tutelada. Sin embargo, el proceso no se puede eternizar. El nuevo jefe necesita tiempo para impulsar la organización del futuro, evaluar la acción política y las relaciones con el PP gobernante, preparar al partido en su objetivo de volver al poder en 2027.
La teoría más amable se resume en que Revilla no es que quiera seguir al mando sino que opta por dar tiempo al partido y a los hipotéticos aspirantes para que se pongan de acuerdo en un único candidato que él bendecirá solemnemente en el Congreso de la sucesión. En lo del nuevo líder de consenso e integración están todas las familias de acuerdo y tienen razón: no está el PRC en condiciones de que dos candidaturas se disputen la jefatura a cara de perro, pero la concordia no está asegurada.
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