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Estuvimos esperando en la medianoche del domingo electoral a que Pedro Sánchez apareciera en carne mortal en Ferraz para brindarle a Alberto Núñez Feijóo la felicitación por la victoria en las urnas que le había negado en las generales del 23J, pero la espera fue ... en vano. La enhorabuena llegó en un tuit –menos da una piedra– pero la razón de que Sánchez no compareciese es que esta vez ya no podía celebrar el 'Somos más' de entonces, porque ahora le ha birlado los votos a sus socios, pero la suma ya no da. A Yolanda Díaz, la amarga lección le ha costado el liderazgo de Sumar, pero al menos conserva su refugio en el Gobierno.
Tan cierto es que Feijóo ganó con claridad las europeas como que Sánchez no perdió ningún plebiscito. También es cabal la lección que dicta Felipe González, que el PSOE se ha acostumbrado tanto a perder elecciones que ya no gana ninguna, como no sean los 'primos' del PSC en Cataluña. Pero Sánchez y su aparato no se dejan impresionar por lo que digan González, Guerra, Lambán, Page, Redondo… sobre la amnistía y el chantaje independentista. Una tropa de viejos, enfermos, oportunistas y traidores, incluso todo a la vez, dice el sanchismo. Por cada disidente en el PSOE, hay cien o mil sumisos que han renunciado a la autocrítica y se han refugiado en la pereza intelectual para apoyar sin fisuras al caudillo cuando diga una cosa o la contraria. Ahora a Sánchez le toca arreglar el embrollo catalán e intentar gobernar en España sin contar con una mayoría estable.
El PP gana otra vez, pero alguna lección debiera extraer. No es presentable abordar unas elecciones con 11 puntos de ventaja en todos los sondeos y salir apretado de las urnas con sólo cuatro de diferencia. No es que Feijóo y su cúpula no tengan una idea clara de España, de la política en general o de las difíciles relaciones con Vox en particular, pero en las campañas se produce un guirigay de voces dirigentes, confusas y hasta contradictorias, que lo ponen en duda y dañan al partido. En eso debieran copiar al disciplinado aparato socialista.
Las elecciones europeas aportan más lecciones interesantes. Por ejemplo, que el PP europeo y la Alianza de Socialistas y Demócratas, los dos grupos principales, podrían pactar en defensa del modelo vigente de la Unión Europea frente a la ruptura de la derecha radical, incluidos los 'outsiders' como Alvise. Sería un gran avance que los dos partidos mayoritarios españoles también se pusieran de acuerdo en cuatro o cinco grandes asuntos de Estado, pero ya sabemos que esa no es la especialidad de Sánchez, quien ha construido su carrera sobre el 'no es no' al PP, y puede que a Feijóo ya tampoco le interese.
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