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Pues ha venido Óscar Puente y al menos no ha mordido a nadie», bromean en el PP después de la visita del ministro, el pasado lunes, que en el partido habían preparado cuidadosamente en los días previos y con opiniones encontradas. Había partidarios de un ... trato duro y exigente con el ministro, acorde con la displicencia y agresividad de la que él hace gala tan frecuentemente, y quienes preferían dar un margen de cortesía a quien es el principal interlocutor de Cantabria en el Consejo de Ministros. Las incertidumbres de La Pasiega y el AVE no se resolverán con malos modos. Y por supuesto, para ir a la guerra siempre hay tiempo.
En efecto, hay a quien le pide el cuerpo dar caña al ministro Puente, que incurre en la grosería cuando llama «testaferro con derecho a roce» al novio de Isabel Díaz Ayuso. Pero en clave regional quizá conviene mostrarse hospitalario con este vallisoletano, como si fuera uno de tantos que vienen a Cantabria en verano por la autovía o en el 'tren playero', sólo que él viene a despachar asuntos muy importantes con el Gobierno de Cantabria y el Ayuntamiento de Santander, las dos instituciones políticas más importantes, y con el Puerto, del que depende más del 12% del PIB regional y el 11% del empleo.
Así pues, el talante contemporizador ha primado en todos los contactos con el ministro. En la entrevista con la presidenta Buruaga, con luces en las autovías y sombras inesperadas en La Pasiega. Con la alcaldesa Igual, que agradece la visita pero quiere más tiempo para negociar asuntos importantes para la capital. Con el presidente del Puerto, César Díaz, feliz por estrenar el nuevo muelle. Y al día siguiente, en la Cámara Alta, con el senador autonómico y diputado regional Íñigo Fernández, que en su pregunta no exigió explicaciones por el retraso de la alta velocidad ferroviaria en Cantabria, porque Puente apenas lleva unos meses en el cargo, pero sí respuestas y compromisos para el avance del AVE. De nuevo un buen tono de ambos interlocutores, incluso en el cruce de críticas, en contraste con los duros rifirrafes, esa misma tarde, del ministro con otros senadores del PP a cuenta de la corrupción del 'caso Koldo' y del 'caso Ayuso'.
Con relación al proyecto de La Pasiega, con la estación intermodal imprescindible para el crecimiento del Puerto, la decepción ha venido de la exigencia ministerial de que la demanda empresarial garantice la viabilidad del proyecto que Adif le niega, precisamente porque ignora la enorme actividad portuaria. Ciertamente es un cambio de planes lamentable, pero el desafío que presenta está al alcance de Cantabria. Durante años, desde el Gobierno regional y otras instituciones se ha vendido la idea de que el centro logístico de La Pasiega genera un gran interés en el tejido productivo autonómico. Bien, llega la hora de demostrarlo con la implicación de todas las instancias políticas y económicas. De momento, lo que hay es una agria polémica entre el PSOE de Pablo Zuloaga y el PP de María José Sáenz de Buruaga sobre lo poco que avanza actualmente el Gobierno cántabro del PP y lo poco que prosperó en el pasado el Ejecutivo PRC-PSOE presidido por Revilla un proyecto que, efectivamente, acumula mucho retraso en sus más de tres lustros de andadura.
El otro asunto preocupante es la llegada a Cantabria del AVE con el tramo Alar del Rey-Reinosa. A la vista del pliego técnico del proyecto, el PP se teme que las obras no empezarán antes de 2029.
También llega la hora de comprobar la diligencia del ministro de Transportes. El PP cántabro es consciente, como todo el mundo, de que Pedro Sánchez ha ascendido a Óscar Puente al Consejo de Ministros para que ladre o muerda a toda la oposición política y a sus terminales mediáticas y sociales, y especialmente al poder autonómico en manos del PP. Nadie se llama a engaño, pero se trata de conceder al ministro el beneficio de la duda, la posibilidad de que no se resignará a ser un simple mastín del jefe e intentará dejar alguna huella memorable en su gestión, como lo haría casi cualquier político que alcanzase el estatus de ministro de España. Por si es así, el Gobierno de Cantabria quiere tomarle la temperatura al ministro Puente y mantener abierta la conexión y el diálogo para intentar avanzar en los asuntos pendientes.
Bien es verdad que la situación inestable del Gobierno Sánchez, que ni siquiera se ve capaz de aprobar los Presupuestos del Estado del ejercicio en curso, no invita al optimismo sobre el futuro de los muchos proyectos que Cantabria reclama en materia de infraestructuras, sin inversiones nuevas y las ya aprobadas en el aire. Y con la convulsión política y electoral que reina en toda España, ni siquiera se puede asegurar que el ínclito Óscar Puente seguirá de ministro dentro de unos meses.
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