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Quién iba a pensar que en su retorno al poder el PP iba a encontrar al aliado más fiable en su gran adversario durante 20 años, el regionalismo, el objeto de sus odios africanos desde la 'gran traición' de 2003, cuando Revilla dejó tirados a ... los populares para aceptar la oferta del PSOE de Zapatero y Gorostiaga que le hizo presidente de Cantabria. Pero ya es un lugar común que la política hace extraños compañeros de cama cuando hay confluencia de intereses. Así que el Gobierno del PP ha salvado su primer ejercicio en alianza con el PRC a cambio de un buen trato presupuestario.
En la reciente comida de Navidad del PP, María José Sáenz de Buruaga ha ponderado el talante y la gestión demostrados por el Gobierno que preside en este primer semestre, sin ruido político ni crispación. Buruaga se acoge tácitamente a eso de hacer de la necesidad virtud, la expresión que ha frecuentado Pedro Sánchez para justificar sus cesiones a los independentismos a cambio de mantener el poder, aunque el objetivo de Buruaga sea más presentable. Ella y bastantes miembros de la cúpula del PP –por ejemplo los actuales consejeros Urrutia, Arasti o Media- ya estuvieron en primera línea de aquel Gobierno Diego con una mayoría absoluta de rompe y rasga que terminó en fracaso electoral. Ahora, el Ejecutivo popular sin mayoría sabe que ha de practicar la moderación y el diálogo con la oposición para avanzar en la gobernanza en solitario.
Y con el PRC le va bastante bien. Buruaga logró ser investida en julio sin una presión agónica del partido de Revilla. Y en octubre, una negociación de cinco minutos con el mismo interlocutor le aseguró la aprobación de los Presupuestos que acaba de producirse esta semana.
El PP cosechó igualmente un amplio consenso (esta vez también con Vox) contra la ley de amnistía y a favor de la reivindicación de los intereses de Cantabria al Gobierno Sánchez, desde la dañina protección integral del lobo a los privilegios económicos de los independentismos. Ahora también deberá añadir la financiación por el Estado del tren rápido con Bilbao que acaba de rechazar Europa como se veía venir. Asimismo, PP y PRC han negociado acuerdos en asuntos trascendentes como la Ley del Suelo o la reforma fiscal, incluidos en la Ley de Acompañamiento a los Presupuestos.
No todo le ha ido bien al Gobierno. Por ejemplo, el consejero César Pascual ha perseverado en sus deslices sobre la sanidad pública y privada, y sobre todo porque uno de los estandartes electorales del PP, la reducción de las listas de espera no avanza sino retrocede, y la mejora de los servicios y el gran acuerdo de la comunidad sanitaria parecen lejanos. Tampoco ha salido bien librado el consejero de Ganadería, Pablo Palencia, reprobado por toda la oposición.
En el PP ya daban por descontado que al gobernar en minoría no iban a faltar traspiés en la gestión y algún revolcón parlamentario, pero no que a veces fueran por errores a balón parado, perfectamente evitables. Si no se corrigen, la crisis de Gobierno es una opción cierta, por más que sea difícil fichar consejeros solventes.
El PRC está razonablemente satisfecho de su oposición responsable al PP gobernante, en esta coyuntura difícil marcada por el varapalo electoral de mayo y la inevitable e incierta sucesión de su gran líder, Miguel Ángel Revilla. El mensaje interno es que el PRC es un partido de gobierno que valora la estabilidad por encima de todo, que la gestión del PP supone en buena medida la continuidad de las prioridades fijadas por el Gobierno Revilla, que los proyectos estrella, como el Mupac, La Pasiega o la terapia de protones siguen vigentes, que los alcaldes regionalistas que constituyen la gran fortaleza del partido recibirán los recursos que necesitan por la presión que sus diputados aplican en la negociación de los Presupuestos. Y que el apoyo presupuestario no impide el control del Ejecutivo en todas sus áreas de gestión.
Nadie está seguro, ni en el PP ni en el PRC, cómo evolucionará el entendimiento. Es más, en ambos partidos hay críticos con esta relación. Puede continuar en los mismos o similares términos, puede endurecerse la oposición regionalista conforme avanza la legislatura hacia las urnas de 2027, incluso pueden alcanzar un acuerdo de Gobierno estable, aunque esta opción unos y otros la ven más lejana con Revilla en activo. El PP recibe con satisfacción contenida la voluntad de Revilla de seguir al mando del PRC y demorar el congreso de la sucesión al menos hasta 2025. La provisionalidad en el PRC les conviene, tienden a creer los populares.
En la oposición al Gobierno, también en el debate de los Presupuestos, conviven el PSOE, sin tregua en sus denuncias, y Vox, a veces imprevisible y siempre en conflicto interno. Reclaman a Buruaga que les meta en el Gobierno y que repudie la alianza con el PRC pero, claro, dirá el PP que si en Vox sólo son cuatro y tan mal avenidos, a ver quién se fía de ellos como socios en el Ejecutivo. Feliz Navidad.
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