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Según quien sea el observador, el paisaje político cambia. Cuando el PRC sube el volumen crítico hacia el Gobierno al comenzar el nuevo año hay quien ve un serio toque de atención a la presidenta Buruaga y al PP, y también quien percibe un poco ... de teatro, que dentro de unos meses, cuando haya que abordar asuntos legislativos y de gestión importantes, los dos partidos recuperarán el entendimiento. Habrá que ver cuál de las dos visiones resulta más acertada. Los populares se encuentran cómodos en ese Ejecutivo que opera sin mayoría y en solitario mientras los regionalistas quieren convencer al PP que a su debido tiempo será mejor para los dos partidos un Gobierno compartido que un virulento debate político.
El PRC ya le tenía advertido al PP que subiría el grado de exigencia con el nuevo año, que la oposición blanda y el respaldo al Gobierno autonómico en los asuntos principales brindado desde la investidura terminaría con la aprobación de los Presupuestos 2024, que la coartada de la herencia recibida ya estaba agotada. Miguel Ángel Revilla, que todavía es el jefe, ha reconfirmado esta semana que las 'hermanitas de la caridad' regionalista cambian el hábito para hacer una rotunda oposición en las materias menos lucidas de la gobernanza del PP de Buruaga: desde la sanidad y las listas de espera, hasta el deterioro de la industria y el empleo, la cultura, el desarrollo rural o la reivindicación a Madrid. Con los aspirantes a la sucesión, Javier López Marcano, Paula Fernández y sus respectivos lugartenientes, haciendo méritos desde el atril del Parlamento.
El PP y su Ejecutivo aguantan el chaparrón, tienden a comprender que el PRC no puede ceder todo el terreno de la oposición al PSOE y a Vox, que el complejo relevo de Revilla es una incertidumbre añadida en la acción política regionalista, pero creen que a su debido tiempo los dos partidos reencontrarán puntos de acuerdo en leyes como la de Vivienda o en el Plan Regional de Ordenación del Territorio (PROT), todavía en pañales pero llamado a tener un gran calado en el desarrollo socio-económico de la comunidad, o en otros asuntos de interés autonómico.
Dicen en el PP que los alcaldes regionalistas, una treintena larga, están satisfechos con el Gobierno y eso suena a una advertencia de que un hipotético endurecimiento de la crítica regionalista en la política autonómica podría tener un efecto negativo en los municipios.
El trato del Gobierno popular a los ayuntamientos gobernados por el PRC es, en efecto, un asunto principal en las buenas relaciones que ambos partidos han mantenido desde que las elecciones de mayo provocaron el cambio de ciclo político. Apuntan en el PRC que sus alcaldes estarán tranquilos mientras el Gobierno Buruaga cumpla los compromisos, que están en el aire por ejemplo en lo que concierne a los consultorios rurales.
En este año 2024, el PRC advierte de que estará vigilante con el trato del PP a sus alcaldes que, aseguran, piden al partido que sea combativo en ese terreno. Bien, ya se sabe que la batalla municipal es un factor esencial para los dos principales partidos cántabros, desde la perspectiva de que los regidores, en general, suelen ser muy prácticos, que la disciplina partidaria les importa menos que los recursos que llegan a sus municipios desde las instancias gubernamentales y que ese aspecto tiene mucha importancia cuando llegan las elecciones. Para el PRC, luego de verse desalojado del Gobierno, es vital mantener su potencia municipal.
En la vuelta de tuerca crítica del PRC se advierte también una presión en el medio plazo. Los regionalistas tratarán de convencer al PP de que no merece la pena afrontar el infierno en el Parlamento que puede suponer una oposición dura del PRC cuando puede armar un pacto estable con el regionalismo que se ha demostrado fiable desde el cambio político que trajeron las elecciones. El PP minoritario siempre puede explorar el apoyo de Vox, a cambio de su entrada en el Ejecutivo, pero es una operación de riesgo apostar por una mayoría insegura y tener enfrente un PRC levantado en armas. O sea, que el PP deberá elegir donde quiere tener al PRC, si como un socio leal en el Gobierno o como un opositor hostil en el debate político,
Bueno, seguramente este no es un asunto para resolver mientras esté pendiente la sucesión de Revilla, a principios de 2025 o en el momento que decida la asamblea de dirigentes que se reunirá en mayo. En el río de especulaciones y rumores que inunda al PRC incluso suenan las consejerías que podría ocupar en el Gobierno.
El PP mira con escepticismo cualquier pacto permanente y cree que será capaz de agotar la legislatura sin demasiados sobresaltos con los apoyos puntuales de PRC y/o Vox. Otra cosa será el siguiente periodo. Para entonces, el PP aventura con mucho optimismo un Vox hundido y un PRC sin Revilla más pequeño y manejable que puede ser un buen socio minoritario en un Gobierno de coalición.
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