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El regionalismo retrasa una y otra vez la toma de decisiones sobre el espinoso asunto de la sucesión de Revilla. Es ese mecanismo algo inmaduro ... que consiste en aplazar el problema y así parezca que no existe. Dejarlo para más adelante produce un alivio momentáneo, pero la tensión tiende a agravarse sin tardar mucho, según describen los expertos que estudian este hábito de postergar las tareas pendientes que responde al 'palabro' de procrastinación. Hace 21 meses que el descalabro electoral de mayo de 2023 impuso afrontar el día después de Revilla, pero apenas ha habido avances hacia el PRC del futuro.
En plena escandalera por la inesperada maniobra de Guillermo Blanco para tomar alguna ventaja en la carrera sucesoria y el subsiguiente clamor en contra por parte de un sector importante de la organización municipal del partido, la ejecutiva regionalista se reunió de urgencia para recobrar la calma y tratar de encauzar el procedimiento en el congreso extraordinario previsto en primavera. Ni siquiera hubo forma de fijar una fecha para el cónclave. Otro aplazamiento de dos semanas para que los dirigentes acoten el calendario. Y mientras, otra ración del recurrente discurso de Revilla sobre la deseable unidad del partido para elegir un candidato de consenso, aunque si hay más de un aspirante tampoco pasa nada si se salvaguarda el respeto entre unos y otros, y que él, el jefe, no está ni estará detrás de ninguna operación.
El universo regionalista escucha a Revilla con una mezcla de sentimientos: en primer lugar, con la consideración debida a quien ha llevado al partido desde la irrelevancia hasta el poder, con el propio líder 16 años al frente de los Gobiernos PRC/PSOE y antes otros ocho como vicepresidente con el PP, pero los militantes también se dicen resueltos a impedirle hacer y deshacer a su antojo. En las horas siguientes a la bofetada electoral, Revilla insinuó que el PRC se iba a instalar en la oposición pura y dura, pero los alcaldes, entre otras voces regionalistas, se plantaron en favor del entendimiento con el futuro Gobierno del PP que iba a administrar los recursos destinados a los ayuntamientos. Hoy le dicen que no puede señalar con el dedo al sucesor. En fin, no hay hiperliderazgo que salga ileso de un castigo como el que sufrió Revilla, y con él su partido, en las urnas de 2023, desalojados del Ejecutivo autónomo por la victoria, rotunda aunque sin mayoría, del PP de Sáenz de Buruaga.
El PRC explora en estos tiempos la opción de llevar al congreso un cambio en los estatutos que separe el liderazgo orgánico y la candidatura electoral autonómica, un formato que nunca se había planteado mientras Revilla mantuvo su potencia en las urnas hasta el revés de 2023. O sea, se trata de mantener a Revilla como secretario general hasta el final de su mandato y buscar un nuevo candidato. La famosa bicefalia, que ha practicado con eficacia tantos años el PNV, el modelo hegemónico tan admirado por el regionalismo hasta que empezó a tambalearse frente al empuje de Bildu. Pero también en Cantabria ha funcionado la bicefalia en determinados momentos, con más o menos éxito: el PP de Gonzalo Piñeiro en el partido y José Joaquín Martínez Sieso en el Gobierno regional, y el PSOE de Jaime Blanco con Julio Neira y Ángel Duque en el cartel electoral.
En esta situación tan nueva en el regionalismo no faltan quienes se extrañan, por decirlo suavemente, de la falta de sincronización entre los procesos orgánico y electoral, eso de consagrar ahora, en abril o mayo, al candidato autonómico de 2027, y dejar para finales de 2026, en el congreso ordinario del año preelectoral, la elección del nuevo secretario general, con apenas seis meses de margen para renovar las estructuras municipales, confeccionar listas y engrasar la maquinaria para las elecciones.
Revilla ya se ha declarado dispuesto a mantenerse como secretario general en esta transición, si no surgen voces en contra. Habrá que ver si a todo el partido le parece bien o hay opiniones divergentes.
Entre tanto, el regionalismo resiste las turbulencias internas que son propias de esta situación tan novedosa en sus 40 años largos de historia y tan relevante para su futuro con las incógnitas de rigor, con los tres vicesecretarios como protagonistas principales y con el líder Revilla, vigilante y también vigilado. Entre los variados rumores y especulaciones figura si Guillermo Blanco se mantiene en la carrera que lanzó, y si fragua el apoyo de los Marcano en Torrelavega, a cambio de la secretaría general cuando toque, o si el sector municipal que suscribió en Puente Viesgo una protesta por la maniobra de Blanco con el supuesto empujón de Revilla, en el que había gente de todas las tendencias, termine por convertirse en una plataforma de apoyo a alguno de los potentes alcaldes del partido o de la vicesecretaria Paula Fernández en la pugna sucesoria.
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Ana del Castillo
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