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Los prolegómenos del 15 Congreso del PSOE de Cantabria, previsto para el primer trimestre del año próximo de Cantabria, discurren entre una noticia buena y otra mala: el partido muestra un notable vigor en el debate interno, pero no se percibe en una mirada a ... largo plazo que pueda desplegar la misma energía en la búsqueda de unidad, movilización y nuevos estímulos para competir con los demás partidos en las urnas de mayo de 2027 que es, o debiera ser, el objetivo esencial.
La pugna interna está plagada de dirigentes históricos y militantes notables resentidos de batallas anteriores en las que perdieron cargos, prebendas y relaciones, y entonces se pasaron al enemigo. En fin, la historia de enfrentamientos entre oficialistas y críticos intercambiables con la que se han entretenido los socialistas cántabros desde hace más de cuarenta años, que se dice pronto.
Dos hijos del sanchismo, Pablo Zuloaga y Pedro Casares, secretarios generales en Cantabria y Santander, aliados para derrocar a Eva Díaz Tezanos en 2017, y luego distanciados, se disputan ahora el apoyo de los militantes y el favor de Sánchez y de Ferraz: un domingo por la mañana el bando de Casares anuncia que su paladín ha obtenido el permiso de Madrid para dar el 'cuartelazo' en Cantabria y por la tarde la ejecutiva federal proclama que se siente bien representada por Zuloaga. Una atención nunca vista en una región de apenas 3.000 afiliados.
El pronóstico es incierto, pero se presume que puede haber un resultado más ajustado que en el proceso congresual de 2021, cuando Zuloaga, entonces flamante vicepresidente del Gobierno regional, logró un respaldo del 75,4%. Es un dato interesante que en la elección de delegados para el congreso federal de noviembre en Sevilla, la escaramuza previa para medir la fuerza de las facciones, la lista crítica está encabezada por Susana Herrán, ganadora de las elecciones y alcaldesa de Castro Urdiales las dos últimas legislaturas, con más empaque que otras adversarias casi testimoniales que tuvo Zuloaga en la lucha partidaria de 2021 como Teresa Montero o Judith Pérez Ezquerra.
Los partidarios de Pablo Zuloaga apuestan que ganará por tercera vez el liderazgo del partido y luego la candidatura autonómica, aunque le desgasta haber perdido el poder que el PSOE compartía con el PRC. Sus críticos le acusan de centrarse en su promoción personal, vídeos incluidos, más que a fomentar la actividad de las agrupaciones y de la ejecutiva en las tareas de oposición.
En el grupo de Pedro Casares creen que esta vez dará la batalla directa a Zuloaga, de hecho se le percibe al mando de las operaciones, pero habrá que verlo. En el PSOE cántabro creen que el congreso federal aportará claves de futuro. Por ejemplo, si Casares permanece o no en la ejecutiva de Sánchez. En Santander se le agota el periodo como secretario general y eso le puede animar a pelear por el liderazgo orgánico que hoy desempeña Zuloaga. Otro asunto posterior sería la candidatura autonómica en 2023. A Casares no le desagrada la fórmula de la bicefalia, que practica actualmente en Santander, él de jefe en el partido y Daniel Fernández como candidato y portavoz municipal. Pero ese no es el tipo de liderazgo fuerte que Pedro Sánchez quiere en las comunidades.
Y además, visto lo sucedido, habrá que ver qué opinan finalmente en Ferraz, más allá de las amistades que unos y otros cultivan, o sea, si autorizan una pugna interna o señalan un dirigente a dedo.
Bien, los socialistas cántabros viven los avatares previos de las primarias y el congreso del año próximo con gran intensidad, en continuos contactos entre familias, conciliábulos informales y asambleas intensas como la reciente en Santander. De lo que se habla menos es del desafío ineludible de las urnas en mayo de 2027. Será que todavía no toca.
Pablo Zuloaga o Pedro Casares: un duelo por el liderazgo bastante sobredimensionado. Los dos se examinaron en 2023 y no superaron la prueba. El candidato autonómico sólo pescó uno de los nueve escaños que dejaron libres el PRC, que perdió seis, y Ciudadanos, los tres que tenía. Y en Santander, el PSOE de Casares perdió un edil y la alcaldesa Gema Igual, que gobernaba en precario, se fue hasta la mayoría absoluta. En fin, el paisaje no es para tirar cohetes, pero de momento no aparecen otros voluntarios para dar el salto, ni siquiera alguno de los buenos alcaldes que tiene el PSOE.
A estas alturas, el porvenir socialista en las urnas, dentro de 30 meses, parece depender menos de los estímulos propios que de factores externos: de que Pedro Sánchez y el PSOE nacional, ahora desgastados, sin aliados fiables y acorralados por la corrupción, para entonces naveguen con buen viento y marquen tendencia, de que el PRC de Revilla y el nuevo candidato/a aporten lo suficiente para sumar una mayoría progresista, de que el PP de Buruaga e Igual se desplome con estrépito. Todo es posible. No hay que poner límites a la Providencia.
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