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La batalla por la secretaría general del PSOE de Cantabria discurre intensa aunque con menos ruido del generado en el regionalismo por la sucesión de Revilla. Se trata de la primera de las incógnitas que los socialistas cántabros tendrán que resolver antes de las elecciones ... autonómicas y municipales de la primavera de 2027. Pedro Casares, que lleva varias semanas en campaña, cumple con el papel agresivo que corresponde al aspirante que abandera el cambio para fortalecer el partido, mientras que Pablo Zuloaga ha desempeñado, primero, la figura integradora de quien ostenta el mando con el apoyo de Ferraz en la ofensiva contra la derecha gobernante en Cantabria y, luego, ha endurecido el discurso para intentar evitar que el rival le coma la merienda. Para quienes no están muy familiarizados con las cuitas internas de los socialistas cántabros no es fácil distinguir las diferencias entre los dos bandos, que en estos días compiten en las redes sociales en el halago a Pedro Sánchez y en el desprecio a Felipe González, 13 años al frente del PSOE y del Gobierno de España. Como si unos y otros hubieran empatado alguna vez con alguien, que dirían los futboleros clásicos.
No hay un augurio fiable sobre las primarias socialistas después de que en la votación menor para la elección de delegados al congreso federal se produjese un empate técnico al 50%, con una mínima ventaja del grupo de Casares. El escrutinio sugería que el diputado nacional y líder del PSOE en Santander navegaba con viento a favor mientras el secretario general Zuloaga perdía gas con respecto a la interna de 2021, cuando cosechó el 75% de los votos. Pero en el congreso federal de Sevilla, Casares fue desalojado de la Ejecutiva federal para dejar hueco a Eugenia Gómez de Diego, la delegada del Gobierno afín a Zuloaga, todo un empujón al oficialismo.
O no. Los 'casares' están eufóricos y creen que ganarán las primarias el domingo próximo con un respaldo no inferior al 60%. A su juicio, el impacto de las decisiones de Ferraz a favor de Zuloaga, si es que alguna vez lo hubo, ya se ha diluido. Creen, además, que el audaz gesto de Casares de pedir perdón a Eva Díaz Tezanos por el desdén con el que los jóvenes sanchistas –Zuloaga y a su lado entonces el propio Casares– la trataron cuando perdió el liderazgo del partido en 2017 ha tenido un efecto muy favorable entre la militancia socialista.
También el oficialismo cree que va a ganar el envite, que parte de los que apoyaron a la lista crítica para el cónclave general cambiarán de bando y que los que no votaron entonces –unos 800, un 20% del censo– terminarán de inclinar el escrutinio a su favor. El optimismo del grupo de Zuloaga es más bien contenido: esperaban otro gesto inequívoco de apoyo por parte de Sánchez o de algún notable de Ferraz, pero de momento no se ha producido.
Mientras tanto, se suceden los dimes y diretes en el socialismo cántabro sobre la afluencia a los actos y sobre los dirigentes y militantes destacados que asisten a todos o a ninguno. Los 'zuloagas' están resentidos con Javier Incera, el alcalde de Colindres, uno de los más potentes del partido. Acababa de ser integrado en el Comité Federal, supuestamente por ser del bloque de Zuloaga, y estos días come, confraterniza y finalmente se alinea con Pedro Casares. Es todo un indicio porque Incera no tiene fama de mojarse y tomar riesgos, así que el oficialismo ha activado a José Ángel Hierro, ex alcalde colindrés, para que capte apoyos para la causa. Zuloaga sí arriesga: cuando propone debates a Casares puede interpretarse que se ve por detrás en la carrera.
Si Pablo Zuloaga, secretario general en ejercicio y con el apoyo de Ferraz, pierde el domingo su liderazgo se verá amortizado y seguramente tendrá que buscarse un lugar al sol de la política o en sus aledaños. Y el PSOE tendrá que afrontar la segunda mitad de la legislatura autonómica con un grupo parlamentario que no tendría la confianza de la nueva dirección. Sólo uno de los ocho diputados, Mario Iglesias, ha dado el salto a las filas de Casares. Más o menos lo que sucedió en 2017, cuando Zuloaga derrotó a Eva Díaz Tezanos, sólo que entonces el PSOE estaba en el Gobierno y ahora se ve obligado a resistir el frío de la oposición y sin buenas perspectivas de futuro en la política autonómica, tampoco en la municipal.
Tras el congreso de marzo se acometerá la renovación de las asambleas locales, con primarias en los municipios grandes –Santander, Torrelavega, Castro, Camargo y Piélagos– antes de las internas electorales en 2026. El resultado del domingo próximo en la pugna entre Zuloaga y Casares marcará la pauta, pero no resolverá todas las incertidumbres que el PSOE cántabro deberá enfrentar antes de las urnas.
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Ana del Castillo
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