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Miguel Ángel Revilla llega a los prolegómenos de la campaña electoral pletórico en su popularidad exterior y renqueante en la doméstica. Reclamado por las televisiones, ... seguido masivamente en las redes sociales y con su último libro ('Toda una vida', Espasa) entre los más leídos de las estanterías que los libreros etiquetan como de 'no ficción', aquí en Cantabria se ve obligado a hacer la evaluación de daños por la cadena de escándalos en las vísperas electorales Él, desde luego, vende todo el optimismo del que es capaz en medio de una tormenta sin precedentes desde que el PRC se instaló en el poder a mediados de los noventa. Revilla está convencido de repetir el triunfo de 2019 para así tener la iniciativa para elegir al mejor socio de Gobierno.
En el regionalismo cunde la melancolía cada vez que alguna encuesta –se publican muchas y con pronósticos muy variados- no les dan más de 10 escaños en el Parlamento, cuatro menos de los que tiene actualmente, mientras que el PP llega hasta los 13/14. Pero a Revilla le llegan todas las semanas sus propios datos demoscópicos, que son mejores, pues sitúan a los dos grandes partidos cántabros en un pañuelo. Así que confía en el buen sprint final que ha tenido en todas sus campañas para llevarse el gato al agua y, de paso, dar una buena sorpresa a los políticos, periodistas, tertulianos y público en general que dudan de su victoria en un momento tan difícil como este de la chapuza de los trenes y la trama corrupta en Obras Públicas.
De aquí a finales de mayo, las comparecencias televisivas que surjan, el contacto con los ciudadanos que le reconfortan y una media de cinco actos diarios, grandes y pequeños, y alguno de gran empaque como la inauguración del Año Santo Lebaniego con un puñado de presidentes como invitados.
Porque Revilla no se conforma con gobernar la próxima legislatura en coalición con otro partido, habla de ganar otra vez en las urnas. Cuando le dicen que ya lo logró por primera vez en 2019, responde que ahora hay que ratificar aquel triunfo. Así de crecido se muestra el presidente ante el último desafío de su carrera en una difícil coyuntura.
Naturalmente, Revilla quiere ganar en mayo y así tomar la iniciativa para formar Gobierno con dos opciones si es posible, con el PSOE del presente o con el PP del pasado. El líder regionalista dijo en otoño, al anunciar que sería una vez más el candidato del PRC, que cualquiera de los dos acuerdos le parecen válidos en igualdad de condiciones y ahora no expresa otra opinión. Da a entender Revilla que el estilo de oposición de los populares en esta crisis es tolerable en el fragor lógico de una campaña electoral. Sólo Vox está vetado.
También el PP de María José Sáenz de Buruaga sueña con ganar los comicios y a continuación poder jugar a dos barajas la cogobernanza y el reparto del poder. PP y Vox suman al día de hoy once diputados, a siete de la mayoría absoluta, que no salen ni de lejos de la limitada herencia de Ciudadanos, así que tendrían que pescar fuera de su segmento ideológico. Al pacto de PP y PRC le sobrarían escaños, pero no resulta muy creíble que Revilla esté dispuesto a resignar la presidencia o a asumir el retiro para facilitar el cambio de ciclo con los populares al mando.
El PP dice a cada rato que si a PRC y PSOE le salen las cuentas acordarán en cuestión de horas seguir juntos en el Gobierno de Cantabria, en Santander y en donde puedan. Y seguramente tienen razón. Por más que los socios jueguen a marcar distancias en campaña, lo que funciona no se toca, pensarán en el PRC dominante y también en el PSOE subordinado, que dice salir a ganar, una proclama entre arrogante y voluntariosa que es sólo un lema electoral. Todos los socialistas saben la disyuntiva: o pactar otra vez con los primos regionalistas o la intemperie.
El liderazgo de Alberto Núñez Feijóo introduce algunas variables de futuro en la política cántabra. Es muy posible que al líder gallego, antes de pactar con Vox, le pueda parecer mejor un acuerdo con el PRC de Revilla, quien a su vez tiene un buen concepto de Feijóo. Bueno, siempre se ha dicho, y es una idea razonable, que a Revilla siempre le gusta tener un amigo en La Moncloa. Si las elecciones de mayo suponen una victoria incontestable del PP, seguramente eso anticipará el triunfo de Feijóo en las generales, probablemente en diciembre, pero a lo mejor no queda tan claro lo que puede pasar. Revilla tiene acreditado un buen olfato político, pero a lo mejor no llega tan lejos como para arriesgarse a romper con Pedro Sánchez antes de tiempo.
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